Lo bueno: la brillante apertura del Pregón de las fiestas de Quito con un programa de excelencia absoluta.
Comenzó el acto con la actuación de connotados artistas nacionales, cantantes, cómicos, artistas de teatro, quienes fueron especialmente invitados para cubrir la primera parte del evento y supieron deleitar al público con su arte y generosa entrega.
A las 21:00 hizo su entrada el famoso cineasta y director artístico Emir Kusturica y su No Smoking Banda. Apenas arrancaron las primeras notas musicales, el público enloqueció, el escenario vibró y se prendió una mágica emoción en la gente que había repletado hasta la bandera la legendaria plaza de San Francisco.
La maestría, el ritmo, el virtuosismo y la gracia de cada uno de los integrantes de la banda puso en el clímax el entusiasmo de grandes y pequeños, los que aplaudimos, saltamos, bailamos y gritamos durante las dos horas consecutivas que duró el concierto. Adrenalina al máximo, satisfacción plena, arte y gracia.
Lo malo: la actuación equivocada de algunos jóvenes que llevados por la impaciencia de oír a su ídolo Kusturica, empezaron a silbar, gritar y molestar a los que queríamos deleitarnos también con nuestros artistas, actitud que sería aconsejable no la repitieran pues fue la única mala nota de una noche inolvidable.
Lo lindo: los bellos fuegos artificiales que cerraron esta maravillosa noche, la total ausencia de licor y, por último, la linda caminata nocturna por las calles y plazas iluminadas de nuestro Centro Histórico de todo ese público que salía eufórico y contento después de haber pasado una noche espectacular. Bien por los todos los organizadores, bien por Quito. ¡Viva Quito!