La justicia llegó a Brasil a través del procesamiento y el encarcelamiento del ex-presidente Lula da Silva quien fue encontrado culpable por el delito de corrupción. La institucionalidad de ese país se impuso incluso contra las medidas de hecho tomadas por un grupo de ampones que pretendió impedir que la Policía lo traslade a la cárcel.
El gobierno de Lula llegó como la esperanza de izquierda para Brasil, se plantearon metas como la eliminación de la pobreza, erradicación del analfabetismo, reducción de los índices delincuenciales, eliminación del hambre, sin embargo no hubo los resultados esperados, por el contrario fueron la tapadera para generar los mayores desfalcos que han afectado la economía de ese país. No se trata de un caso aislado, sino de un fenómeno regional, pues los gobiernos de izquierda que manipularon las constituciones para alargar los período presidenciales y permitir la reelección indefinida, están embarrados por desfalcos, abusos de autoridad y corrupción. Con el encarcelamiento de Lula da Silva, la Justicia de Brasil garantiza el Estado de Derecho, así como la supremacía de la ley sobre el poder político.