Con el afán de hacer justicia, la intención de los operadores hace caer a veces el peso de la balanza hacia un proteccionismo excesivo e injusto hacia un lado en perjuicio del otro. Me parece excelente que las mujeres que sufran algún tipo de violencia intrafamiliar tengan la posibilidad de auxilio con solo pulsar el botón de auxilio. Pero de qué igualdad hablamos, si las mujeres se declaran en extremo vulnerables y por otro, proclaman la igualdad de derechos con respecto a los hombres, máxime si esta proclama se encuentra en la Constitución.
Es preocupante ahora, la facilidad con la que cualquiera puede ir a un juzgado de las decenas de Casas de Justicia del país y acusar alegremente a alguien sin pruebas. El pobre, de entrada es el supuesto “agresor” y sin que medie ningún tipo de investigación, a la “víctima” se le entregue como trofeo, la dignidad del otro en una boleta de auxilio de carácter indefinido. Nadie comprueba si los denunciantes provienen de una persona que solo persigue hacer daño, se trata de mentirosos compulsivos con trastornos psicopáticos o si el hecho es verídico. El sujeto denunciado, automáticamente y por obra del Internet queda desde ya estigmatizado en la página web y se le niega entonces la presunción de la inocencia, ordenándosele acercarse a la supuesta víctima, que se aprovechará de la situación. Debe ser por ello que por disposición de la Dirección de Género a los hombres no se les entrega boletas de auxilio.