Dos artículos del Dr. Enrique Ayala M., recién publicados por EL COMERCIO exaltan la imagen del egregio quiteño, nuestro gran emperador Atahualpa, último Inca del mayor imperio continental y el más grande hombre producido por nuestras tierras, por sobre la novelería del “más grande de los ecuatorianos”, porque la verdad es que hay muchos igualmente grandes.
Atahualpa los sobrepasa a todos por ser el fundador del sentido de nuestra nacionalidad, de la nación quiteña, que la seguimos construyendo. En esta época de “monumentos”, debemos reconocer, dolorosamente, nuestra ingratitud con el más grande de los nuestros: no tiene un recordatorio digno de él.
El Fonsal propició la “Plaza Atahualpa”, que mereció una importante erogación privada inicial, pero agonizó por falta de mayor apoyo; este monumental proyecto se desplegaba por toda la vertiente oriental del Parque Metropolitano, en las antiguas canteras sobre Cumbayá y sufrió la oposición de Diego Carrión, entonces director de Planificación municipal. Es una deuda pendiente que debemos pagar.