En nuestro país de Ripley y, bajo la consigna de mejorar la calidad de la educación, últimamente, el Ministerio del ramo está exigiendo títulos académicos superiores: doctorados, PhD, masterados, para que, como es obvio, avalen el trabajo docente; exigencias que, por cierto, a la mayoría de ecuatorianos, nos parecen justas; pues, no cabe duda, que son los maestros los forjadores y responsables directos de la formación de sus pupilos.
Pero… ¿acaso es menos cierto que para ser asambleísta se deberían exigir muchos y más requisitos: certificados, títulos obtenidos, merecimientos, formación académica, declaración de bienes, formación humanística; en resumen: un impecable, probo y excepcional currículum, que asegure a los ecuatorianos una excelente representatividad y participación en el Congreso?… ¿No son ellos acaso los responsables de las leyes que se generan, de las fiscalizaciones y otros asuntos de mayor envergadura que inciden, directa o indirectamente, en el porvenir y futuro de la Patria?…
Esto lo digo porque, en la palestra política, ya se están “cocinando” nombres de artistas, bailarines, deportistas, presentadores, cantantes y otros personajes de la TV que, desde luego y sin tratar de desmerecerlos, dudo mucho que reúnan estas exigencias y, por tanto, se encuentren debidamente capacitados para asumir este importantísimo e histórico reto.