No es malo buscar consuelo en los recuerdos, como tampoco lo es decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, lo malo está en no hacer ni decir nada por miedo o temor al insulto, las descalificaciones y la amenaza por enfrentar con valentía actos deshonestos o de corrupción de quienes dicen tener las manos limpias y los corazones ardientes, ¿qué pasó con la juventud, las organizaciones sindicales, los profesionales, estudiantes, profesores, amas de casa y la gente buena de mi país que guarda silencio ante la intolerancia, la falta de respeto y el populismo mediático convertido en nueva forma de gobierno?, qué decir de las amas de casa, que con cacerolas vacías en sus manos paseaban su dignidad y rebeldía reclamando por un mejor estilo de vida, ¿donde están los forajidos que ante la afrenta y la incapacidad de hacer de este un país de oportunidades supieron poner en su sitio a quienes les engañaron?, ¿será que tenemos un pueblo anestesiado, temeroso e indolente, que prefiere guardar silencio ante tanto abuso y escándalo para no sufrir las consecuencias de la intimidación?