Luego de 11 días de intensas paralizaciones a consecuencia del famoso Decreto 883, nuestra capital quedó como cualquier campo de batalla.
La última vez que su Centro Histórico quedaba destruido fue en el terremoto de 1987 y sus daños se asemejan en grandes dimensiones a lo ocurrido en estos días, lo lamentable es que en esta ocasión lo causó una sarta de bandidos; edificaciones y objetos patrimoniales de muchísima historia, quedaron así en “historia”, las pérdidas económicas según el Municipio, sobrepasan el medio millón de dólares, pero eso no es lo principal, su valor histórico nadie nos lo va a devolver. Y esos bandidos los cuales parecen estar identificados, algunos presos, otros cobijados y la gran mayoría escondidos, algún momento deberán sentir mi dolor.
Pero más allá de esta tragedia mi pregunta es ¿Dónde está el alcalde?, Quito lo necesita y una situación como la ocurrida puede volver a suceder en cualquier momento y para esto debe estar preparado, quitarse cualquier tipo de interés y proteger a nuestra ciudad.