La “redistribución de la riqueza” que se ha vuelto a poner de moda, se explica en una sola idea: piensa el político: “es tan divertido gastar la plata ajena”.
Los tecnócratas parecen creer que los ciudadanos son piezas de tablero, que pueden ser movidas sin chistar. Pero no es así. Aquellos a quienes afectan las decisiones (que se aplican bajo amenazas de prisión y confiscación) siempre buscarán evadirse. Es nuestra naturaleza. Lo hicieron los quiteños de antaño, por una alcabala (IVA) de tan solo 2% lo harán ahora. Lo que el Gobierno no ve es que sólo puede confiscar para ‘redistribuir’ la riqueza actual, no la futura; y esa riqueza futura es menos probable que se produzca, si uno sabe que será confiscada. Así, la ‘redistribución’ genera pobreza, escasez. Lo justifican porque dizque debemos colaborar con el Estado. Curioso: creía que era lo contrario. Resulta que estamos al servicio del Estado, no al revés.