La reelección de Correa es una cosa cuasi segura, tanto por la incapacidad de nuestro medio político de generar un rival de calidad cuanto porque Correa es excelente representante de prejuicios , rencores, odios y pequeñas venganzas… comunes a los seres humanos. Aceptemos que buena parte de la población, sobre todo urbana, ve en el actual Mandatario el ser que pone en vereda a aquellos que se percibe poderosos, ricos, pelucones, etc., muchos satisfacen su deseo de venganza, de revancha y de frustración con las rabietas presidenciales en contra de esos estratos. La real disputa política se dará a nivel cantonal y parroquial, es allí donde el pueblo llano califica la buena o mala labor de los que elige. Serán los burgomaestres, los concejales, prefectos y más candidatos de nivel inferior los que disputen el favor popular, no creo que la contienda presidencial dé la medida del sentimiento nacional, será provincia, la ciudad, el cantón y la parroquia donde se midan las fuerzas políticas y las tendencias. Presidente carismático, con amplios recursos, medios publicitarios y una maquinaria poderosa de comunicación y propaganda así como mano generosa no puede ser fácilmente vencido en las urnas, el pueblo se ve atontado por la imagen y la dádiva; amén de la pobre estatura de los supuestos rivales. En cambio, sí se sentirá el favor o desfavor del pueblo en jurisdicciones más pequeñas, donde la obra y la gestión afectan directamente y es palpada en el diario vivir. El correísmo se someterá a prueba en las elecciones de asambleístas, de alcaldes, de concejales y consejeros así como prefectos, serán los Barrera, los Baroja, los Cuero y más segundones de País los que sufrirán o gozarán del favor popular. La debilidad del correísmo está en los pies y no en la cabeza.