“Están abusando de sus funciones”, esa es la respuesta del presidente Correa al requerimiento de información de la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH), sobre las millonarias demandas judiciales que mantiene contra El Universo y algunos periodistas. Esto devela la inquietud y la molestia que le produce enfrentar a la justicia en una corte internacional, donde los jueces no se impresionan con la parafernalia del poder político ni están intervenidos, casualmente, por ese mismo poder. Sí, el abuso es intolerable, cualquiera sea su origen, pero, ¿quién lo denuncia? ¿Aquel que ha insultado y denigrado a todos los que piensan diferente? ¿Aquel que promueve leyes y crea reglamentos con aplicación retroactiva? ¿Aquel que hoy nos ahoga con impuestos? ¿Aquel que emitió decretos para legalizar el despido intempestivo? Entonces, ¿por qué inquietarse?, si esto apenas comienza. Descalificar a la CIDH y apelar a la Unasur no sirve de nada, porque el Ecuador es miembro de la OEA y está obligado a acatar sus resoluciones. Es lamentable que los ecuatorianos busquen justicia allende las fronteras, pero si la obtienen y frenan el abuso, bienvenida sea. ¡Qué bueno que no puedan decretar la emergencia de la CIDH, ni encargar a tres amigos su reorganización!