Sí, cuatro décadas pasaron desde aquel diciembre de 1975 que viajé a Argentina. Visité Buenos Aires y Mar del Plata; también tuve la oportunidad de estar en Colonia y en Montevideo, Uruguay. Hoy, en noviembre de 2015, regresé a Buenos Aires en compañía de varios familiares. En 1975, gobernaba la presidenta Isabel Martínez de Perón. Pocos meses después, una dictadura militar sanguinaria la derrocaba para cometer -esos sí- delitos de lesa humanidad (desapariciones, torturas, asesinatos sin fórmula de juicio). La presidenta Cristina Fernández de Kirchner está por concluir su mandato. La “restauración conservadora” ganó; vuelve el “neoliberalismo salvaje” que -con toda seguridad- abrirá las importaciones indiscriminadamente, destruirá la industria nacional, reaparecerá “el corralito” y el pago a los fondos buitres, etc. Buenos Aires no ha perdido sus encantos: Recoleta, Palermo, Puerto Madero (nuevo); sus parques, avenidas y calles (9 de Julio, Corrientes, Florida, Lavalle). Su gente es amable y sincera, trabajadora y dinámica. Su gastronomía es única (carnes y pastas; pero no tiene sopas, cebiches, fritada, hornado, llapingachos como la nuestra). Se destacan sus museos, librerías, bibliotecas; sus universidades y centros de cultura.