En la excolonia holandesa de Surinam se escenifica -día a día- una historia arrancada del surrealismo político (si este existe).
Como sucede en las naciones gobernadas por regímenes de ‘línea dura’ (léase socialistas o herederos del ‘socialismo real’, totalitarios o cuasi totalitarios, populistas o de la izquierda nostálgica de los tiempos de la Guerra Fría y del Muro de Berlín), el protagonista no puede ser otro que su presidente, Desiré Delano ‘Dési’ Bouterse. Este es catalogado como uno de los hombres más adinerados del país del norte de América del Sur.
En los roles -no tan secundarios- están los familiares y el círculo cerrado de amigos del Mandatario, quien en octubre cumplirá 70 años.
El surrealismo de la historia se descubre en una circunstancia, que parece inverosímil. Para no caer en manos de la Justicia de los Países Bajos, ‘Dési’, literalmente, debe permanecer hasta su muerte en la Presidencia de la ex Guyana holandesa.
¿Por qué esto resulta inverosímil? La explicación es sencilla, según ha publicado el diario brasileño O Globo. Cuando se quede sin la banda presidencial, Bouterse no solo perderá la inmunidad ante los tribunales internacionales (los de su país no cuentan, pues están bajo el control del Régimen y miran hacia otro lado
-como ocurre en otras naciones-). Además, se convertirá, de inmediato, en un reo de la Justicia holandesa y de otros Estados. “Será un narcotraficante con una sentencia de cárcel dictada en Brasil y en más de medio centenar de países por petición de Holanda, donde fue condenado a 16 años de prisión por tráfico de cocaína”. Así señala el reporte del periódico brasileño.
El Mandatario también fue sentenciado por el asesinato de 15 personas, un oscuro episodio ocurrido en 1982.
Por ello, no sorprende que este miércoles 12 de agosto del 2015, el admirador del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara y del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez haya iniciado un segundo mandato consecutivo en el país de poco más de
550 000 habitantes.
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Aunque, de alguna u otra manera, Bouterse ha mantenido bajo su control el poder, que tomó por primera vez con un golpe de Estado, en 1980. En esa década también había declarado ‘República socialista’ a Surinam y había fundado el Partido Nacional Democrático (PND).
Como suele ocurrir con la mayoría de los clanes familiares o políticos que se atornillan al poder, ‘Dési’ no es el único de los Bouturse que afronta problemas con la Justicia. Dino, su hijo, fue condenado por una corte estadounidense a 16 años de prisión, en marzo pasado.
De 42 años, el vástago del Mandatario se declaró culpable de apoyar a la organización chiíta libanesa Hezbolá, que se halla en la lista de agrupaciones terroristas de Estados Unidos. Asimismo, Dino Bouterse había afrontado las acusaciones de narcotráfico.
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Como es notorio, Bouterse y su familia, al igual que el mandatario angoleño José Eduardo dos Santos y su familia, no resultan un buen ejemplo en nada. O puede ser que sí.