Se acabó la Copa América 2015 y estas son las conclusiones más importantes que deja a los ecuatorianos este torneo.
Ecuador carece de ambición.
Una vez más, ha tomado la Copa América como un laboratorio, como un ensayo general de lo que más o menos el entrenador tiene en la cabeza para las eliminatorias. Sed de gloria no existe. Ganas de dejar atrás ese fardo de perder cada cuatro años no hay o no se lo demuestra en la cancha, donde debe ser. Prácticamente no hay sentimiento de culpa alguno por lo que pasó en Chile. “Lo importante son las eliminatorias” es la insoportable e inaceptable muletilla que justifica esta dolorosa, eterna marcha en el propio terreno, que al menos nos pone en el lugar que merecemos: por debajo de todos.
Ecuador tiene un equipo corto
Las sospechas de que ya no tenemos (¿tuvimos alguna vez?) un plantel lo suficientemente amplio y competitivo para dar pelea en la región prácticamente se confirman. Faltaron dos o tres personas (pongan ustedes los nombres) y esto fue un flan, sin la solidez que se espera de un cuadro que, se presume, posee la bielsística idea de recuperar la pelota lo antes posible, ojalá en el campo de juego del rival. Las lesiones y las decisiones del entrenador (¿y quizás algún caso de desamor por el ‘país’?) provocaron que Ecuador no llevara lo mejor, que en realidad es poco. Ahora nos damos cuenta de que no hemos sembrado arqueros (¿quién tapa si Domínguez se lesiona?) ni defensas. Nos damos cuenta, en definitiva, de que estamos en desfondados.
Algunos rivales han mejorado
Al menos queda la sensación de que existe una línea de trabajo que ha sido rápidamente asimilada por los jugadores de Argentina, Perú y Paraguay, lo cual contrasta con Ecuador, cuyos seleccionados no parecen tan claros ni tan contentos con el ¿forzado? cambio de estilo. Lo de México no es un buen termómetro, pues el rival regaló la pelota y la iniciativa, exhausto por el esfuerzo de sostener el empate con Chile. No le ganamos a nadie. No tenemos certezas de casi nada, excepto de que Perú y Paraguay, con entrenadores recién llegados que llegaron sin trabajar recientemente en esos países, mostraron mucho más que Ecuador, cuyo DT pasó dos temporadas y algo más en la Serie A. Grave.
Hubo mucho desorden en la logística de Ecuador
Esto es una novedad porque lo habitual ha sido que la agenda fluya. Pero esta vez hubo caos con las canchas de práctica, con los convocados que a última hora se operaban o se lesionaban, con los niños que miraban las prácticas, con dormir en una ciudad diferente a la del partido en contra del reglamento… Ese desbarajuste no debe repetirse.
El entrenador exhibe rasgos de intolerancia
Sus frases en las ruedas de prensa, groseras y despreciativas, no suelen ser toleradas por una sociedad que siempre miró al entrenador nacional como un motivador, un vínculo de unión y no como un tirano. Eso de decirle a los críticos que sigan siendo corruptos ha enfadado a muchos y le abrió más frentes de los que ya tenía. Por supuesto, no es su culpa que exista un antiemelexismo que parece conectarse con la reciente corriente de descontento hacia el presidente del país; pero ya vive mucho tiempo en Ecuador como para no entender que existe desde siempre una pugna regional y que la Selección es un factor decisivo de ese equilibrio de la denominada ‘identidad nacional’.
Antonio Valencia ha salido fortalecido
Quedó claro que su presencia es necesaria pero también que se ha subestimado su influencia entre los demás jugadores. Después de todo, Valencia es admirado por los mundiales que ha jugado, las camisetas que ha vestido, los partidazos que ha jugado por Europa y los rivales a los que ha enfrentado, algo que el cuerpo técnico no puede desconocer. El incidente de la ‘papa sucia’ refleja el enorme temor de que se enoje y no vuelva nunca más. Valencia manda aquí.