Otros sentidos, además del gusto, entran en juego cuando se trata de sentir la sensación de saborear comida. Foto: www.pexels.com
Si eres de los que se les sale los ojos cuando ven un postre en una vitrina o se te paran las orejas cuando escuchas que están preparando una torta de chocolate, no es nada raro, todos nuestros sentidos son responsables de la forma en la que percibimos los alimentos. Aunque las papilas gustativas están especializadas en los sabores, se ha comprobado que ‘comer con los ojos’ sí es posible – aunque no tan literalmente-.
La vista, el olfato, los sonidos son los primeros en actuar cuando se trata de comida. “Esto se debe a que esas señales sensoriales ejercen su influencia basadas en asociaciones anteriores”, así explica la investigadora en Neurología y Fisiología del Sabor de la Universidad de Yale, Dana Small. Cabe recalcar que el gusto se refiere a las sensaciones de salado, dulce, ácido u otro, mientras que el sabor tiene que ver con “la experiencia global de gusto, tacto, temperatura, vista, sonido, e incluso dolor e irritabilidad”, así explica Virginia Fernández, profesora de Análisis de los Alimentos en la Universidad Complutense de Madrid a Verne.
Sin duda el sentido del olfato es el que más influye en el sabor de la comida. Según Verne, los olores afectan por el aroma que emiten los alimentos y que se percibe por la nariz, además aqueja retronasalmente “cuando empiezas a ensalivar y calentar el alimento en la boca, aumenta la temperatura y reaccionan nuevas moléculas volátiles, creando nuevos olores”, explica Fernández.
El oído por su parte trabaja con el sonido que se hace con la boca al mascar y por el que se percibe a nuestro alrededor. Para entender esto mejor, te contaremos que los ruidos incómodos que percibes pueden interferir en el sabor de tus comidas, así lo confirma un estudio titulado ‘Los efectos del sonido ambiente en la percepción de la comida’.
El tacto permite conocer lo esponjoso y jugoso de un tres leches, así como la temperatura de un bistec. Este sentido se maneja subjetivamente por cada individuo, eso se debe a que” un mismo sabor presentado en dos texturas diferentes puede gustarte de una forma y desagradarte de otra”, explica Fernández.
La vista sin duda es un condicionante al momento de comer. El color, el tono, el brillo pueden interferir en el sabor de los alimentos que se consumen. “Existen investigaciones que correlacionan el color directamente con el sabor”, cuenta Virginia Fernández. Así que la próxima vez que digan que comen por los ojos o escuches a tu madre decir que no quiere comer porque se llenó únicamente cocinando, sabrás que es por que comió con todos los sentidos.