La aplicación de esta medida no gusta a los propietarios de locales de diversión. Foto: Archivo/ EL COMERCIO.
La Mariscal es la zona que más denuncias concentra por ruido excesivo. En lo que va del 2015 se han registrado 34 quejas de residentes del sector en contra establecimientos de diversión.
Eso según datos de la Secretaría de Ambiente, cuyos técnicos utilizan un sonómetro para revisar, de acuerdo con el uso de suelo, si se respetan los límites permitidos de emisiones sonoras. Según la Agencia Metropolitana de Control, la Secretaría de Ambiente mide los decibeles producidos en los locales.
Con el sonómetro se toma la muestra del ruido en la fuente que puede ser móvil, por ejemplo los parlantes de una discoteca, o fija, la maquinaria en una fábrica.
Y luego se apaga la fuente y se toma la muestra del ruido de fondo, es decir el sonido ambiente. Se realiza un cálculo, cuya diferencia arroja una cantidad de decibeles y entonces se define si está dentro de la normativa.
En el 2014, este departamento realizó 213 inspecciones en toda la ciudad y hasta mayo del 2015 desarrollaron alrededor de cien. En La Mariscal se han realizado en el 2014, 45 inspecciones a establecimientos generadores de ruido. Luego de la medición, se envía el informe a la Agencia Metropolitana de Control.
Así lo explicó Bernardo Guevara, director de Calidad Ambiental en la Secretaría Municipal. Él puntualizó que la mayor cantidad de denuncias provienen de la zona rosa de la ciudad.
El funcionario recuerda que en la capital hay una Norma Técnica para control de ruido, establecida en la Resolución No. 002-SA-2014 emitida el 20 de enero de 2014 por la Secretaría de Ambiente. En ella se describen los métodos y procedimientos para la determinación de los niveles de ruido.
“Tenemos que velar por el bienestar de la población. Algunos dueños de locales de La Mariscal se quejan por la cantidad de multas. Pero hay denuncias de los residentes que debemos atender”, apunta Guevara. Él recuerda también que la Organización Mundial de la Salud ha demostrado que la exposición continua a ruido genera trastornos como nerviosismo, estrés e histerias. Aunque él aclara que los infractores tienen un tiempo para corregir los problemas: bajar el volumen de la música, retirar los parlantes de la acera o insonorizar.
“El ruido es una onda, va contra la pared interna y rebota y sale al exterior, entonces cuando se insonoriza un local se logra que la emisión sonora sea absorbida en la pared y no se expanda”, apunta.
En Quito, como en otras ciudades, los límites de ruido dependen del tipo de uso de suelo de un sector. Así existe el uso de suelo residencial y residencial múltiple, los mismos que no pueden exceder ciertos decibeles por ubicarse en zonas rurales.
Según la Agencia Metropolitana de Control, el Ministerio de Ambiente es el ente competente para categorizar a los locales, si son categoría I, es decir impactos mínimos, se sancionará con la Ordenanza Metropolitana 213 y la multa que deberán cancelar será de dos a cuatro remuneraciones básicas unificadas. Si se categoriza como II, es decir decibeles más elevados, se aplicará la Ordenanza 404 y el propietario del establecimiento tendrá que pagar una multa de 20 remuneraciones básicas unificadas (es decir USD 7 080).
La aplicación de esta medida no gusta a los propietarios de locales de diversión. Uno de ellos, que pidió la reserva de su nombre, contó que su karaoke, con un aforo para 50 personas, fue sancionado este año. Le clausuraron. “Luego me dijeron que para volver a abrir debo pagar la multa. Puedo cancelar una entrada del 20% de los USD 7 000 y en seis meses el resto. Creo que deberían hacer diferencias entre los lugares que facturan USD 100 000 al mes y los que tenemos un ingreso de USD 5 000. A mí me costará unos USD 4 000 insonorizar”.
La Agencia Metropolitana de Control señaló que la insonorización es obligatoria para todos los locales que generan ruido. En zonas de uso de suelo múltiple, que incluye servicios de recreación, de 07:00 a 15:00, el nivel sonoro permitido es de 55 decibeles, y de 22:00 a 07:00, 45. En zonas únicamente residenciales los límites permitidos son 50 y 40, respectivamente. En las industriales, 70 y 65.