Todavía están frescos en la memoria los debates en Montecristi sobre la revocatoria del mandato, figura establecida en la Constitución de 1998, que probó con el tiempo ser de difícil ejecución debido a la existencia de causales que hicieron imposible revocar el mandato. Ante tal experiencia, la Constitución que nos rige estableció como requisito únicamente la recolección de firmas. Este ‘’avance” democrático fue defendido por la Revolución Ciudadana con ardor para lograr la aprobación de la Constitución vigente.
Hace unos días la Asamblea modificó el Art. 105 de la Constitución vía ley, así de simple. Cambió los porcentajes de la recolección de firmas para la revocatoria. No hay nada más objetivo que las cifras y en la Constitución hay varias que norman especialmente requisitos; ejemplo: en la elección presidencial se requieren 10 puntos de diferencia con el candidato que ocupe el segundo lugar para ganar en primera vuelta. Lo que ha hecho ahora la Asamblea es alterar lo objetivo, lo que no se presta a discusión, lo numérico, en una violación a la Constitución que no se presta a ninguna duda. Con este antecedente bien se podrían cambiar a futuro requisitos establecidos en la Constitución. ¿Qué tal si con Ley se modifica la diferencia de 10 puntos en las elecciones presidenciales a 5 o a 20? ¿Por qué no, si ya lo están haciendo ahora al cambiar porcentajes para la revocatoria?
Algunos alcaldes, para no someterse a la revocatoria (léase no someterse a la Constitución), argumentaban que el proceso revocatorio era sinónimo de inestabilidad. ¿Acaso no se produce más inestabilidad en una sociedad cuando se cambian las normas a conveniencia de quien está en el poder? Y pensar que quienes dicen esto fueron fervientes promulgadores de esta Constitución con revocatoria.
Ahora los asambleístas de gobierno con la ayuda de los votos del partido socialcristiano, cambian las reglas del juego para la revocatoria del mandato, en una clara decisión política, antes que jurídica. Y lo más lamentable es evidenciar la contradicción de aquellos asambleístas que votaron por una revocatoria sin causales. Dirán que la Constitución no está hecha en piedra. ¡Verdad que no! Parecería que está hecha de goma de mascar.
Montecristi cada vez vive menos, debilitada por quienes la erigieron. Nada nuevo en nuestra historia donde romper la norma que no nos conviene es conducta crónica, sin importar el peso que quede en nuestras conciencias. La patria demanda al menos coherencia en quienes elaboraron la Constitución y que ahora por medio de leyes la cambian, o mejor dicho la violan. Por favor, exijamos coherencia, ya que demandar dignidad podría ser una espera eterna. ¿La vetará el Presidente? Recordemos que hizo de la revocatoria uno de los símbolos de la nueva Constitución.