Redacción Quito
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Pasadas las 21:00, el Centro Histórico comienza a lucir desolado. La presencia policial disminuye, al igual que la iluminación en las calles. No hay muchos peatones. Solo personas vestidas con chompas acolchadas.
Mujeres con altos tacones y pantalones apretados se ubicaban en las esquinas de arterias como la Venezuela y Sucre o la Guayaquil y Chile. Transitaban de una cuadra a la otra y se mantenían atentas de los autos que pasaban. En pocos minutos se les acercaron distintos hombres a quienes ellas entregaban pequeñas bolsas blancas. Esto ocurrió el pasado jueves, en un recorrido realizado por este Diario.
Nuevos proyectos
Según la Administración Centro, se prevé instalar alarmas comunitarias.
Otro proyecto busca mejorar las instalaciones de las Unidades de Policía Comunitaria.
El 28 de febrero se inaugura en San Diego un Centro de Desarrollo Comunitario para recrear a los jóvenes del sector y evitar que salgan a las calles.Después de las 22:00, los barrenderos empezaron a limpiar las calles. Con su escoba y una pala recogen los desperdicios. El mismo jueves, a unas cuadras de la plaza de Santo Domingo, en la Guayaquil, caminaba en dirección a La Ronda una mujer con pies descalzos. Hablaba con los barrenderos y ellos le entregaban dinero, después de algún tiempo regresaba y se acercaba a ellos nuevamente.
Al llegar a la plaza de San Francisco, en la calle Benalcázar se alcanzaban a divisar algunas siluetas en medio de la oscuridad. Solo una luminaria ubicada en la intersección con la calle Sucre alumbraba parte del espacio. De repente, tambaleándose y sosteniéndose de la pared de la iglesia apareció un hombre de mediana estatura. Avanzó hasta subir al atrio del templo y se acostó a dormir. Detrás de él venía un grupo de hombres altos y de piel morena pasándose varios objetos de mano en mano.
El mismo panorama pudo observarse en la Plaza del Teatro y en la bajada a la antigua terminal terrestre. Allí hay iluminación, pero aún así los transeúntes trataban de no circular por las calles Joaquín Paredes y Rocafuerte. Al final de las vías, trabajadores del Fondo de Salvamento reconstruyen la ex terminal.
Eran las 23:30 y a ese lugar llegaron algunas personas, encontraron un pequeño galpón, cubierto con plásticos, al cual no ingresaron. Caminaron un poco más y hallaron las instalaciones de un baño en donde se acostaron a dormir.
Asimismo, tapados con una sábana se acomodaron seis hombres, una mujer y un pequeño niño en la calle 24 de Mayo, frente a la Unidad de Policía Comunitaria. Con los cordones de sus zapatos desamarrados, la mayoría dormían a pesar del intenso frío de la noche.
Marco T., morador del lugar, está cansado de la delincuencia en el Centro Histórico. Para él, el resguardo policial no debe ser solo en el día sino también por las noches. Ayer en la mañana, varios gendarmes se ubicaban en las calles del Centro y realizaban recorridos.
En la zona se registra un flujo de 100 a 120 denuncias diarias por actos delincuenciales, según la Comisaría Cuarta del cantón Quito. Para la Administración Centro del Municipio, la delincuencia sigue a pesar de que realizan proyectos y toman diversas acciones, como el retiro voluntario de las personas que duermen en las calles en estado etílico o por consumo de drogas.
Sin embargo, la administradora zonal, Alioska Guayasamín, afirma que hace falta más presencia policial. Giovanni Leiva, comandante de la Policía Nacional corrobora la afirmación. El oficial asegura que los efectivos disminuyeron de 500 a 200 y que por las noches no cuentan con el suficiente personal. “Varios policías fueron llevados a Guayaquil y no nos han entregado los reemplazos”. La reducción de los policías empezó desde hace un año, según Leiva.
Para marzo también está previsto aumentar el número de efectivos de la Policía Metropolitana. Después de las 23:00 solo cinco gendarmes circulan por las calles del Centro.