Testigos refieren que jóvenes llegaban a una ‘clínica’ por tres vías; Fiscalía indaga si David Romo fue asesinado en el lugar

El Ministerio del Interior anuncia que se investiga a policías por caso David Romo

El Ministerio del Interior anuncia que se investiga a policías por caso David Romo

Alexandra Córdova, madre del desaparecido, tuvo acceso a esas versiones hace tres semanas, cuando la Fiscalía le entregó 30 hojas del expediente que fue declarado en reserva por más de dos años. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

La casa tiene tres pisos y todos están ocupados por arrendatarios. En el invierno del 2013, las dos primeras plantas funcionaban como centro para adicciones, una clínica clandestina que ahora se investiga como el último lugar donde estuvo David Romo.

En Tiwintza, un barrio dentro de Pisulí, en el norte de Quito, los vecinos reconocen con facilidad la casa. Un morador la señala con el dedo y dice que al lugar siempre llega la Policía. La última vez fue hace 16 días. Más de 20 agentes con armas y canes revisaron el inmueble. Una retroexcavadora hizo un agujero de 15 metros de profundidad en un terreno junto a la propiedad.

“Buscaban los restos del chico, pero no los encontraron”, cuenta uno de los arrendatarios que reside en esa casa. Vive allí casi desde hace tres años y en ese tiempo ha visto otras dos excavaciones. Una se hizo en el patio de la vivienda y otra en una quebrada del bosque que está junto a la propiedad. En las dos, los agentes removieron la tierra y luego la cernieron. “Pero en ninguna hallaron nada”.

Eso también lo repiten los hijos de Carlos L. y Blanca F., detenidos desde el 30 de septiembre del 2017, imputados por la posible muerte de Romo. Los dos son los dueños de la vivienda. El asesinato del joven es la última hipótesis que plantea la Fiscalía, luego de más de cuatro años desde aquel 16 de mayo del 2013, cuando Alexandra Córdova, madre de David, lo reportó desaparecido en Quito.

Las versiones de tres personas refieren que, al parecer, vieron a Romo en la ‘clínica’. Según testigos, el joven habría sido colgado en un tecle de metal y luego asesinado por Carlos L. en presencia de su esposa.

Pero, ¿cómo llegó Romo hasta esa ‘clínica’?

Alexandra Córdova ha escuchado tantas versiones que no cree en la última hipótesis de la Fiscalía. Por su seguimiento a David sabe que la noche de aquel jueves 16 de mayo el joven universitario regresaba de clases; tomó un bus alimentador en la estación del Metrobús en La Ofelia y fue visto por última vez cerca de su casa, en la Mitad del Mundo. Desde entonces, desapareció.

“¿Cómo hay una formulación de cargos por presunto asesinato cuando no se investigaron a las personas que iban en el bus número 4 de la Compañía Transhemiféricos, porque fue el lugar donde mi hijo desapareció? Y si es verdad esa hipótesis que están manejando tanto la Policía como la Fiscalía, ¿quién llevó a David a ese lugar que es completamente distante (la clínica en Pisulí, a 17 kilómetros de distancia) de donde mi hijo fue visto por última vez?”, son preguntas que se plantea, en octubre del 2017, Córdova, la madre de Romo.

Un paciente de la ‘clínica’ relató que Carlos L. salió una noche con dos hombres y dijo: “Vamos a capturar a David Romo en la Mitad del Mundo (para llevarlo hasta ese lugar)”.

Según ese paciente, los tres regresaron ‘clínica’ a la medianoche en una camioneta blanca. De ese vehículo se habría bajado Romo, con un “pantalón jean sucio y una camiseta blanca sucia”. “David Romo decía Virgencita sácame de aquí. (…) No comía, solo tomaba agua”, se lee en esa versión.

Esa sería una de las tres vías por la cual los jóvenes llegaban hasta la clínica clandestina. Las otras serían por pedido de los familiares de los jóvenes y la tercera, por la intervención de policías.

La Fiscalía conoció por esas versiones que en un camal clandestino que funcionaba a un costado de la ‘clínica’ se habría descuartizado a David Romo. Ahora en ese sitio hay ocho corrales con más de 20 cerdos. Los hijos de Carlos L. cuentan que se dedican a la venta de vísceras en un mercado. Ese negocio lo tienen desde hace 20 años y por eso la casa tiene un olor fétido, el mismo que se describe en otro testimonio en el que se decía que Romo sí estuvo allí.

Diego Chimbo, defensor de la pareja, asegura que esas versiones no son nuevas y que la Fiscalía las tiene desde hace más de tres años.

Pero Alexandra Córdova tuvo acceso a esas versiones hace tres semanas, cuando la Fiscalía le entregó 30 hojas del expediente que fue declarado en reserva por más de dos años. 


¿Policías involucrados en el caso Romo?

En el expediente se recoge que los jóvenes eran capturados por Carlos o por policías de la Unidad de Policía Comunitaria de Pisulí, quienes llevaban a la ‘clínica’ a los chicos que hallaban en las calles.

Los vecinos de Tiwintza recuerdan, más de cuatro años después, que los policías llegaban a la casa de Carlos y Blanca e ingresaban con el patrullero hasta el patio. 

El Ministerio del Interior aseguró por escrito, al responder a requerimientos de este Diario: “No se ha podido determinar que ningún policía está involucrado en la desaparición” de David Romo.

Sin embargo, esa Cartera de Estado precisó en el mismo documento, la semana pasada, que la “Fiscalía ha considerado se indague internamente más información y relación con situaciones puntuales de la investigación, a fin de determinar conductas inadecuadas de acuerdo al Reglamento de Disciplina de la Policía Nacional o circunstancias que permitan determinar si el personal policial habría estado contraviniendo cualquier artículo del Código Integral Penal”.

Otra declaración que la Fiscalía tomó en cuenta para procesar a Carlos L. y su esposa es la de un interno de la cárcel de Latacunga. Él compartió celda con Carlos L. cuando este pagó una pena de dos años por trata de personas. Según el detenido, el dueño de la clínica habría contado que “en su clínica torturaba a los internos y que había encontrado un negocio en el que ganaba el triple, que era desaparecer personas, que era fácil deshacerse de un cadáver porque los quemaba, los cortaba en pedazos y los licuaba”.

Pero el abogado de Carlos L. dice que no hay pruebas que confirmen esa versión.

Alexandra Córdova, madre del desaparecido, recuerda que David fue víctima de un robo de su teléfono celular por parte del controlador de la unidad que lo llevaba a la Mitad del Mundo, “pero lastimosamente esas preguntas no han sido contestadas ni por Fiscalía, ni por Policía”.

Desde que se reportó la desaparición de David, el caso ha pasado por cinco fiscales y hoy ninguno quiere explicar por qué no se actuó antes. Ni siquiera el exfiscal general, Galo Chiriboga: “Yo ya no hago declaraciones. Ya no soy funcionario”.

Para Córdova, la hipótesis de la muerte de su hijo debe ser comprobada y para eso no solo se debe esclarecer cómo llegó a la clínica, sino dónde está su cuerpo. Eso también pide el abogado de Carlos y Blanca, quien sostiene que el chico nunca estuvo en ese centro.

Una vecina de Carlos y Blanca aseguró que vio en el 2013 al joven acompañado de un interno de la clínica de adicciones. En el barrio nadie conoce a la mujer que dijo eso, pero entrada la noche del jueves, 12 de octubre del 2017, en una casa cercana a la ‘clínica’ ella ratificó que vio a Romo. “Le acompañaba otro chico. No hablaba, solo pasaba sentado, mientras el otro cuidaba a un chancho que tenían”.

Otra persona contó que allí veía a los chicos en las mañanas y tardes: “Salían a correr o jugaban fútbol en el potrero”.

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