La Constitución de la República que, al decir de los humoristas políticos, rige en nuestro país, en el art. 355, ordena: “El Estado reconocerá a las universidades y escuelas politécnicas, autonomía académica, administrativa, financiera y orgánica”…; en uso de la autonomía tienen libertad académica sin restricciones, gobierno y gestión de sí mismas, inviolabilidad de sus recintos.
¿Para qué escriben lo que no quieren cumplir? ¿El Conea se equivoca o es infalible? Hoy, con ocasión de la arremetida contra las universidades, viene al caso conocer la Universidad Estatal Amazónica (UEA), con asiento en Puyo y con carácter regional, en la que, desde septiembre de 2002 cuando fue creada por el Congreso y ratificada por el ex presidente Dr. Gustavo Noboa, cumple tareas de investigación científica y tecnológica, recolección de la información ambiental, humana, ancestral y de recursos. Su campo de acción son la agropecuaria, la agroindustria, lo ambiental y turismo.
Sobre esta Universidad está en circulación el libro intitulado ‘Pensar desde la Amazonía’, escrito por el Dr. Gil Vela Vasco, vinculado a esa zona del país y con la fortuna de no ingresar a la política partidista. Iniciada la Universidad sin estructura física suficiente, porque no disponía de un solo local para labores académicas, recibió apoyo del Vicariato Apostólico de Pastaza que le proporcionó un edificio en el que comenzó a trabajar. Pero también, la cooperación de la Universidad Técnica de Ambato, de la Estatal de Bolívar, de la Politécnica del Litoral y del Instituto de Altos Estudios Nacionales. De los particulares recibió apoyo importante de la Fundación Repsol YPF y de la Organización de Pueblos Indígenas de Pastaza, así como de la Cancillería y del Instituto de Crédito Educativo y Becas, para estudios de sus alumnos en el exterior.
En la lista de cooperantes aparecen Brasil, España y Cuba, país este último que facilitó los mejores docentes de sus universidades en las especialidades.
Demás está aclarar que su alumnado es, básicamente, de la región, pero muchos de ellos fueron recibidos en otras universidades del Ecuador para entrenamiento en técnicas que requieren uso de laboratorios y facilidades especializadas (hoy, la UEA los tiene bastante buenos); así como de los productores de la región quienes entregan parte de sus propiedades para investigación y experimentación de los estudiantes, a cambio de conocimientos y provisión de nuevas técnicas.
Por fortuna, la Universidad Estatal Amazónica no consta en la lista de 26 que, según el Gobierno, podrían hasta desaparecer, pues ha hecho un gran trabajo y tiene proyecciones muy fructíferas para la Amazonia y para todo el Ecuador.
No es solución suprimir universidades, sino -al contrario- apoyarlas con mayores disponibilidades para el cumplimiento de sus fines específicos.