Pablo Fiallos
Redacción SIETE DÍAS
En la época en que la tecnología digital ha despuntado imparablemente, no resulta incomprensible que cada vez haya más productores independientes, mayores propuestas audiovisuales y mayor oferta para ver.
Lo que dice la propuesta de ley
Según los art. 37 y 38 de la propuesta de la Ley de Comunicación, los canales de TV deberán incluir el 40% de producción nacional en su programación diaria.
El 10% de esta programación deberá ser de producción independiente.
Se considera producción independiente cuando el 70% de personas que intervienen en el producto son ecuatorianas y el productor y director no están vinculados con el medio.
Las regulaciones transitorias dan un plazo de cinco años para cumplir con esta disposición.¿Por dónde andan esos trabajos innovadores? ¿Dónde se evidencia el desarrollo de nuevos lenguajes, de nuevos artistas, de nuevas ideas más allá de pequeñas muestras independientes? Esta masiva producción debe encontrar una masiva exhibición, un espacio que haga más cercano el camino entre público y realizador.
El proyecto de Ley de Comunicación oficial contempla una disposición para los canales de televisión que les obliga a incluir progresivamente al menos el 40% de producción nacional en su programación diaria. Y el 10% de esta debe ser realizada por productores nacionales independientes.
¿Hoy existe suficiente programación nacional en los canales de TV? Al hacer un conteo en la grilla de programación, los números demuestran que en la actualidad, casi ninguno de ellos alcanza el 40%. La excepción es EcuadorTV, canal público con financiamiento estatal, que transmite noticieros, enlaces ciudadanos, entrevistas y repeticiones.
Los canales privados que más se acercan a esa cifra en promedio son Teleamazonas y Ecuavisa, que sobrepasan el 30% en su programación de lunes a viernes. Pero sucede igual que con Ecuador TV: la programación nacional de estos canales incluye en su mayoría noticieros, informativos de la comunidad y revistas mañaneras.
El déficit de producción radica en los programas de ficción y de entretenimiento. Salvo contadas excepciones, son programas que en su mayoría apelan al humor facilista y repetitivo, con chistes de orden racista o sexista. Son concursos o shows con el objetivo de despotricar con lo que supuestamente ha sucedido o no con la farándula criolla.
El fútbol y los programas deportivos también tienen bastante cabida, sobre todo en los canales de UHF, donde la producción se limita a dar espacio y micrófono durante horas a periodistas dispuestos a alabar o criticar, con la misma saña, a los equipos de los cuales también son hinchas.
Una vuelta por los canales al azar evidencia la falta de contenidos de calidad. Pero una obligatoriedad podría incidir en que ante la falta de un aparato productivo establecido -como sí lo tienen otros países como Colombia, México, Brasil o Argentina-, lo que presente la nueva TV ecuatoriana sea solamente una somera ampliación de sus defectos.
¿Y la exhibición independiente? Un trabajo bien hecho, pero que pida un pago que justifique su costo, podría ser suplantado por uno barato, de mala calidad. Y además, habrá que ver si por cumplir, la exhibición de productos nacionales ocupe las franjas olvidadas, aquellas que solo mira el trasnochador y el insomne.