Crocantes y saladitas. Con mermelada o queso crema. En el desayuno en o un coctel. Las tostadas cada vez ganan más espacio en la dieta diaria.
Actualmente, en el mercado hay tostadas de todo tipo: naturales, de mantequilla, con ajonjolí, de tamaño mini…
Muchos las prefieren sobre el pan. Su consistencia y su larga duración son algunas razones. Por ejemplo, un pedazo de pan -según los ingredientes que tenga-, puede durar entre nueve y 15 días. Una tostada puede durar hasta seis meses.
A esto se suma su valor nutricional. Los especialistas aseguran que si bien una tostada tiene una cantidad de nutrientes similar a la del pan en barra, estos se concentran en mayor densidad, ya que contienen menor cantidad de agua.
Carolina Zambrano, jefa de Investigación y Desarrollo de la empresa Supán, explica que esto se debe a que su preparación es más larga y compleja.
Primero se produce la masa de pan para tostadas. Esta mezcla va al horno y luego pasa por un proceso de enfriamiento que dura un día entero. “Se requiere el mayor tiempo posible para que pierda más humedad. Luego se rebana y va nuevamente al horno para el tostado final”.
En su composición, la tostada tiene menos grasa y azúcar. De ahí que forma parte de la dieta para las personas que padecen alguna enfermedad.
Pero Susana Calero, gerenta de mercadeo de Supán, asegura que su consumo es ilimitado. “Es un producto nutritivo, muy saludable y da beneficios de practicidad. Se las puede llevar en la cartera y hasta se la consume como un bocadito”.