Dubái.Reuters
Dubái inauguró ayer el edificio más alto del mundo en una ostentosa ceremonia que buscó ponerle una sonrisa a sus profundos problemas de deuda, mientras muchos se preguntaban si la torre corona la gloria del emirato o si se será su última alegría. El rascacielos de USD 1 500 millones tiene 828 metros y 200 pisos, y supera al más alto hasta el momento por unos 300 metros.
El regente de Dubái, el jeque Mohammed bin Rashid al-Maktoum, rebautizó la torre como ‘Burj Khalifa’, en referencia al gobernante del vecino Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el jeque Khalifa bin Zayed al-Nahayan.
En un principio, la inauguración del rascacielos más alto del mundo -que fue aplazada varias veces- estaba destinada a marcar una nueva fase del crecimiento de Dubái. Pero la crisis financiera mundial sacudió fuertemente al emirato, que acumula una montaña de deudas: primero se hundieron los precios inmobiliarios y luego las acciones cayeron en picada. En noviembre pasado, la empresa Dubai World, que había sido adquirida por el Estado, solicitó el congelamiento del pago de obligaciones por USD 59 000 millones, lo que llevó al derrumbe de los mercados en EAU. Por eso, el jeque Mohammed quiso utilizar el evento de ayer como antídoto para atraer la confianza de los inversores.
El edificio, que parece un cohete espacial, supera las 160 plantas. La torre es una especie de ciudad vertical para 12 000 personas. Residencias de lujo, oficinas, restaurantes y el primer hotel decorado por el modisto italiano Giorgio Armani contribuyen a que los más ricos, guapos y exitosos del mundo dispongan de una nueva dirección.
La construcción de este rascacielos fue realizada en su mayor parte por trabajadores inmigrantes del sur de Asia. Se necesitaron 22 millones de horas hombre durante 1 325 días, 330 000 metros cúbicos de concreto reforzado y la instalación de 103 000 metros cuadrados de vidrio.