Concepción. Reuters
El caos reinaba ayer en las ciudades de Chile devastadas por el terremoto y los tsunamis. Mientras tanto, los militares redoblan sus esfuerzos por controlar la ola de saqueos e incendios.
El resto del país intenta sacudirse el polvo y retomar la actividad después del azote del sismo de magnitud 8,8, uno de los mayores de la historia moderna, que demolió casas, derrumbó puentes en el centro y sur del país.
USD 30 000 millones
es el monto de los daños causados por el violento terremoto y el tsunami.Las autoridades contabilizaron 723 muertos y 19 desaparecidos. Pero las cifras parecen destinadas a crecer porque informes indican que existen pueblos costeros arrasados por las olas desatadas por el temblor y que no fueron evacuados a tiempo por una falla de las autoridades que debían alertar de tsunami.
Solo en la localidad de Constitución, a 300 kilómetros al sur de Santiago y donde olas de 15 metros arrasaron con el poblado, fue reportada cerca la mitad de las muertes. “A esta altura no estamos en condiciones de saber cuántos fallecidos son producto del terremoto o del maremoto. Estamos en situación de encontrar los cadáveres e identificar las víctimas y que sus familiares puedan dar digna sepultura”, dijo la presidenta chilena Michelle Bachelet.
Las autoridades no tienen una idea cabal de la destrucción, pero la cuenta pudiera llegar a USD 30 000 millones, casi el 15% de su Producto Interno Bruto, según Eqecat, firma que ayuda a aseguradoras con modelos de riesgo.
En medio del desastre y de las fuertes réplicas, cientos de personas sin luz, agua ni alimentos saquearon e incendiaron ayer tiendas comerciales en Concepción, la segunda mayor ciudad del país y una de las más vapuleadas por el sismo. Algunos robaron televisores o lavadoras, mientras rescatistas buscaban sobrevivientes entre escombros.
La gente corría por las calles de Concepción con costales llenos de comida, y las sirenas no dejaban de sonar. Muchos caminaban sin rumbo entre los escombros y un gimnasio se convirtió en una improvisada morgue.
Cientos de personas sacaban combustible con baldes desde los tanques de reservas de una gasolinera, mientras pasaba un convoy de 20 camiones llenos de soldados que no hicieron nada para evitar el saqueo en una de las calles. “La ayuda del Gobierno ha sido lentísima, muy lenta. No tenemos agua ni luz; no hay nada. Los militares recién llegaron ayer y eso no alcanza para controlar la situación; los vecinos donde yo vivo se organizaron para defendernos porque están saqueando las casas”, dijo Carolina Contreras, profesora de 36 años que vive cerca de la ciudad de Concepción.
Para tratar de frenar los saqueos, Bachelet impuso el toque de queda en Concepción hasta el mediodía de hoy y envió 7 000 soldados para frenar los saqueos en la región de Maule y en Concepción y sus alrededores.
“Estamos siendo atacados por una horda de gente de otra población y están llegando desde los cerros, necesitamos ayuda, están saqueando nuestras casas”, dijo Priscila, una pobladora de Concepción, a una radio local. “No es justo que estén haciendo esto, por favor, Carabineros, Armada, quienes sean, vengan a ayudarnos”, acotó.
Los damnificados se quejaban de que la ayuda no llega con rapidez, pero el Gobierno aseguró que la infraestructura y las comunicaciones no funcionan bien. El aeropuerto de Santiago sufrió severos daños y no está operativo. Los vuelos fueron desviados a terminales alternativas.