Redacción Quito
A pesar de que la terminal interprovincial de buses Quitumbe, sur de la urbe, empezó a funcionar desde julio de este año, los usuarios se encuentran con varios problemas desde el momento de su ingreso.
Sobre la av. Cóndor Ñan, ingreso a la terminal, se forman filas de autos tratando de entrar. Manuel López viajó ayer a Ambato. Su padre fue a dejarlo en la estación pero tuvo dificultades para entrar, ya que, según él, los pasajeros que llegan en taxi se quedan en media vía y los carros se estacionan para bajar las maletas y los paquetes que llevan. Por esta razón, muchos pasajeros optaron por pararse a los lados de la terminal y no ingresar a la puerta principal.
Otros prefirieron ir en Trolebús, sin embargo, este transporte incomodó también a algunos viajeros.
Lina Ochoa vive en el sector de La Y y se dirigía a Loja para visitar a unos familiares. Con una mano, Ochoa sostenía su maleta y con la otra llevaba a su hijo de 4 años.
Por primera vez Ochoa tuvo que utilizar esta terminal, pero para llegar hasta allá tomó el Trole en la parada de La Y. Desconocía cómo llegar a Quitumbre, por lo cual abordó una unidad y, según dijo, la gente le indicó que se quedara en La Villa Flora; ahí tomó otra unidad que le llevó hasta el sur. Ochoa se quejó por la falta de información en este transporte. “Las unidades están sucias y la gente viaja con paquetes grandes y esto dificulta ir parada”. Acotó que durante todo su traslado nadie le dio un asiento.
Dentro de la estación los problemas también existen. La familia de Rodrigo Quilumba vive en Cuenca y para la fiestas decidió ir a su casa. Mientras esperaba la hora de salida del bus quiso ir a comer algo, pero se sorprendió por la zona para comer que tiene la terminal. “Los puestos de comida están sucios y los pasillos para llegar al patio de comida son oscuros y peligrosos”. Las mesas lucían sucias y los pisos tenían restos de comida. Los gritos de los comerciantes que trataban de atraer a los clientes llenaban el lugar.
Pero no solo los comerciantes gritaban, en las boleterías, los vendedores llaman a los clientes que aún estaban indecisos sobre la cooperativa en la que iban a viajar. Repitiendo las prácticas que se acostumbraba en la estación de El Cumandá, los vendedores gritaban los nombres de las provincias a las que se dirigían y el tiempo en el que salían.
Esto molestó a Mariana Cóndor, quien llegó desde El Dorado para viajar hasta Riobamba. “No sirve de nada que sea un lugar nuevo si todo está igual que antes. La gente es descuidada y no mantiene en orden las cosas”. Cóndor aseguró que en el sitio se debería mejorar la información y regular el trabajo de los empleados. “Si este lugar no se cuida, va a ser igual que cuando estaba en el Centro”.
La desinformación se notaba también en los andenes de arribo y salida. Ahí existen pantallas colgadas en las cubiertas, pero en lugar de indicar las horas de salida de las unidades, se pasaban publicidades de las cooperativas. La gente debe esperar de pie ya que no hay bancas.
Juan Carlos Núñez esperaba, con su familia, abordar un bus que se dirigía hasta Baños. Núñez aseguró que viaja constantemente a esa ciudad y en algunas ocasiones el carro no sale a la hora que se indica en el boleto.
Otro de los problemas es la falta de limpieza, según Narcisa Montes, quien viaja cada semana a Latacunga, cuando es feriado los baños permanecen sucios. “Hoy l están limpios pero cuando hay más gente no hay agua en los lavabos y nos cobran por entrar”.
La terminal
Para llegar puede tomar un Trolebús desde El Ejido. En la estación del trole de El Recreo y en la Villa Flora también puede abordar una unidad que le deja tras la terminal interprovincial.
Los buses que se dirigen al Sur y a la Costa del país salen desde esta terminal. Las pantallas de información están apagadas en los andenes.
En las dos plantas de la estación hay baños, pero los de la planta baja ayer estuvieron cerrados para el uso de la gente.
Para pasar a los andenes se debe entregar un tique que se obtiene al momento de comprar el boleto; sin embargo, en los andenes existen vendedores ambulantes que se mezclan con los usuarios y evitan que los guardias los retiren del lugar.