Una música rocolera se escuchaba la mañana de ayer en el interior de una vivienda de dos pisos. Dos motos permanecían estacionadas en la acera. En una casa de una cooperativa, en el noreste de Guayaquil, se produjo la noche del viernes un triple asesinato.
Allí, en el zaguán, fueron baleados, a eso de las 23:00, Héctor I., de 26 años; Roby C., de 30; y un menor de 17 años. Estos dos últimos moradores del mismo sector.
El desconocido ingresó y les disparó a los tres. Los cuerpos de Héctor I. y del adolescente eran velados ayer bajo un total hermetismo de sus familiares.
Hasta el lugar llegaron ayer un patrullero y dos motorizados de la Unidad de Vigilancia Policial (UVP) del sector Juan Montalvo. Requisaron a unos adolescentes que bebían en la esquina y se retiraron. “Hemos aumentado los patrullajes porque este sector se ha vuelto muy peligroso”, manifestó uno de los uniformados.
La Policía cree que el triple crimen sería caso de sicariato. “Parece que el sujeto fue directo a matarlos. Dicen los vecinos que no escucharon discusiones ni peleas, solo los disparos”, indicó uno de los oficiales.
La Fiscalía no registra denuncias de asesinatos por sicariato. Esta modalidad de crimen está tipificada en el Código Penal como perpetración del delito a través de otras personas mediante pago.
En Guayaquil se registraron, entre enero y septiembre de este año, 265 asesinatos, un promedio de casi una muerte diaria.
Las muertes atribuidas a presuntos sicarios cobraron notoriedad con los tres últimos asesinatos y por la detención de un supuesto sicario en el norte de Guayaquil. Se trata de ocho crímenes en cuatro meses. De estos, siete se cometieron en sectores urbano marginales de la ciudad.
Según la Policía, los sicarios actúan en estos sectores, por las coincidencias en los homicidios. El general Ernesto Solano de la Sala, subsecretario de Policía, puso como ejemplo de sicariato los cuatro asesinatos registrados con similares características en la parroquia Pascuales, entre junio y septiembre de este año.
Esos crímenes fueron atribuidos a Eduardo V., de 22 años, quien estaba incluido en el séptimo puesto de la lista de los más buscados por la Policía.
Eduardo V. estuvo preso en el 2009 por robo, y tenía además otras tres órdenes de detención por delito contra la vida, asesinato y tentativa de robo.
El viernes pasado, en rueda de prensa, la Policía presentó a Eduardo V. como un presunto sicario. Tenía en su poder dos libretas de anotaciones. En ellas constaban listas, escritas a mano, con nombres poco legibles, montos de dinero y fechas.
Para la Policía, el detenido sería el autor de los cuatro asesinatos cometidos en Pascuales, entre el 19 de junio y el 6 de septiembre.
Se trata de las muertes de Wilder Ll., registrada en la cooperativa Lomas de Paquisha; de Freddy C. y Jorge P., asesinados en la cooperativa Assad Bucaram; y de Antonio Q., asesinado hace exactamente un mes.
Fernando V. también era buscado por el asesinato del jugador de fútbol Darwin Mina, quien constaba en los registros de la Federación Ecuatoriana de Fútbol como jugador de un equipo de Segunda División de El Oro.
“Eduardo V. era uno de los delincuentes más peligrosos que ha estado operando en Guayas. Seguramente fue contratado por alguien, con la modalidad de sicariato”, dijo El Subsecretario.