Trabajar en el Cuerpo de Bomberos me ha permitido palpar los hechos de violencia y las urgencias que se han multiplicado en el eje Manta-Montecristi-Jaramijó.
Para frenar esta escalada de violencia, la gente debería pensar más en la familia. Antes de que surgieran tantas formas de diversión, los grupos familiares se reunían en la casa con los abuelos, primos, hermanos. Lo hacíamos para contar historias, comer, mirar una película o solo para estar juntos.
Esa práctica aparentemente normal y muy familiar se ha perdido. Ahora las discotecas, los karaokes, el cine y los paseos traen consigo diversiones que en muchas ocasiones se salen de tono. Con el consumo de licor, las personas van a mil por hora.
A pesar de que el Gobierno decretó que la venta de licor tiene sus horas, la gente que vive de esos negocios se da modos para vender. Después de una noche de copas y droga tenemos personas que pierden la conciencia, unas se vuelven muy violentas y otras, vulnerables a ser atacadas.
La reducción del consumo de droga y licor, de esa diversión extrema, y el reencuentro familiar mejorarán la seguridad.