‘Es cierto, estoy en Antinarcóticos. ¡Fui detenida por droga!’, le dijo Daniela a su esposo en una llamada telefónica. Él escuchaba incrédulo la noticia que había recibido, sin entender nada.
Tenía un bebé de ocho meses y un niño de 6 años que la esperaban en Madrid. El 26 de septiembre del 2011, Daniela, una rumana de 29 años, fue arrestada en el Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito. No sabía que era una mula y que llevaba 1,8 kilos de cocaína en el doble fondo de su maleta.
Muchas de las mujeres que están detenidas por drogas son víctimas de las mafias de narcotráfico que aprovechan sus carencias económicas o sus situaciones familiares, para meterlas en ese mundo.
Un informe del Programa Drogas y Democracia, del Instituto de Investigación sobre Políticas de Droga de laUnión Europea, explica que en el Ecuador, durante los últimos 15 años, hasta el 79% de la población femenina carcelaria se encontraba recluida por delitos relacionados con las drogas. Las mujeres, por su posición social vulnerable, son excepcionalmente propensas a desempeñarse como mulas, detalla el Programa Drogas y Democracia en su informe ‘Indulto de mulas en Ecuador, una propuesta sensata’.
Daniela lleva dos años y seis meses detenida. Se le quiebra la voz cuando cuenta que el Estado español le quitó la custodia de su primer hijo. “Él no tenía padre y yo no tengo familia”.
La extranjera llegó al país con la promesa de un trabajo. Una amiga, a quien conocía desde la escuela, le pidió que acompañara a su esposo a Quito. El hombre era un africano que hablaba inglés y necesitaba de una traductora para cerrar un negocio.
El plan era que viajaran juntos. Pero no fue así. Daniela lo esperó cuatro días en un hostal antes de que decidiera regresar. Ese día se le presentó un hombre y le entregó la maleta, que luego supo tenía escondida drogas. “Me dijo que no podía viajar hasta el 26 de septiembre. Si me iba antes, se encargarían de mi esposo y mis hijos”. Fue una amenaza de muerte.
En julio del 2008, la Asamblea Constituyente reconoció que las llamadas mulas ocupan el eslabón más débil de las cadenas del negocio ilegal. Ese mes aprobó el indulto para las mulas del narcotráfico. El perdón fue otorgado a 2 221 personas que transportaron hasta 2 kg.
Con esto se buscaba reducir el hacinamiento de los centros de rehabilitación del país, liberando a quienes eran ‘víctimas’ de los grupos de narcotráfico.
El censo elaborado por el Ministerio de Justicia determinó que la población penitenciaria era de 13 532 privados de la libertad en el 2008. Sin embargo, hoy en día la cifra casi se ha duplicado. El Ministerio de Seguridad señala que en el 2013 había 24 844 personas encerradas. De ellas, 6 278 están por drogas, aunque no hay cifras de cuántos casos son de mulas.
Una de las detenidas es Yesenia. Ella paga una condena de ocho años de prisión.
En agosto del 2009, luego de visitar a su familia, planeaba regresar a España. Tenía 32 años y 10 viviendo en ese país; la esperaba su hija de nueve años. Media hora antes de abordar el avión apareció la esposa de un amigo, un ecuatoriano residente en Valencia, y le entregó una maleta. No la revisó. “Hablamos días antes con este amigo y él me pidió que le llevara unos recuerdos”. Sin saberlo, transportaba 13 kilos de cocaína. Ahora, su hija vive con una hermana.
En el 2012, Larissa, otra rumana, llegó al país con USD 500, los ahorros de un trabajo de niñera. Tenía 23 años y recién se había graduado de psicóloga; estaba emocionada porque sería la primera de su familia en conocer Latinoamérica.
Lleva un año y cinco meses allí. La condenaron a 12 años de cárcel. La Justicia dice que es autora del tráfico de droga.
La actual Ley no distingue entre transportadores de menor escala y grandes traficantes, indica José Luis Jaramillo, fiscal de Pichincha. Por eso, “las condenas por tenencia de cantidades mínimas pueden ser iguales a las de cantidades significativas”, aseguró. La pena por tráfico, posesión o transporte de narcóticos es de 12 a 16 años.
Larissa, según declaró en el juicio, llegó a Ecuador porque “un amigo le pidió que recogiera unos documentos”. A cambio le pagaría el vuelo y el hospedaje. Un día antes de regresar a Rumania dos hombres le entregaron una maleta. No pudo pedir ayuda, no habla es pañol y no conocía a nadie.
En contexto. En el 2008, 2 221 personas fueron liberadas, tras recibir el indulto de la Asamblea a las llamadas mulas de narcotráfico. Desde ese año al 2013 la población penitenciaria pasó de 13 532 a 24 844 personas. Las víctimas de estas mafias son, en su mayoría, mujeres.
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