Todas las mañanas salgo de mi domicilio hacia la parada de buses del Redondel del Indio Colorado (centro de la ciudad), donde tomo un autobús que me lleva a mi trabajo. Hace una semana salí de mi casa como de costumbre, pero antes de llegar a la parada me encontré con una amiga que no veía hace mucho tiempo.
Conversamos por cinco minutos, aproximadamente. Cuando mire la hora en mi celular, me di cuenta que estaba retrasada. Caminé presurosa hasta llegar a la parada, donde todavía se encontraba estacionado el bus que me traslada al trabajo. Pero como llegué tarde, el vehículo estaba lleno y no alcancé a tomar asiento.
Unas 10 personas tuvimos que irnos de pie. El espacio que ocupábamos era muy reducido. Una señora muy elegante se ubicó a mi lado. No consideré que fuera una mala la idea porque la mujer estaba vestida como ejecutiva y no me imaginé que me podría robar.
Mientras el bus iba por la avenida Chone, sentía que aquella señora se acercaba más a mí, pero como llevaba puestos unos zapatos de tacón alto, pensé que lo hacía para no caerse.
Cuando estábamos en la mitad del trayecto, la supuesta ejecutiva pidió al conductor que parara y de forma brusca y muy de prisa empezó a caminar entre los demás pasajeros.
Cuando el bus frenó, la señora tuvo que sostenerse en uno de los asientos para no caerse. Sin querer miré su mano y vi que tenía mi billetera y mi celular. Inmediatamente busqué en mi bolso, porque no creí que esta señora tan elegante, con el cabello planchado y muy bien arreglada fuera a quitarme mis pertenencias..
Pero para mi desgracia, el cierre de mi cartera estaba abierto hasta la mitad. No lo dudé un segundo y empecé a gritar muchas veces que me robaron.
La señora al ver mi reacción, apresuró el paso y se bajó del bus. Mientras yo me acercaba a la puerta, la mujer ya había tomado un taxi, que seguramente iba a pagar con el dinero que estaba en mi billetera.
Yo paré otro taxi para perseguirla porque en la cartera tenía todos mis documentos y además USD 60 que debía entregarle a una compañera de mi trabajo, pero perdimos de vista al otro vehículo y ella logró escapar.
Así que tuve que regresar a mi casa para pagar la carrera del taxi, mientras la mujer seguramente pagó la suya con mi dinero.