Lo que me ocurrió me hizo desconfiar de la gente. Ahora miro sobre mis dos hombros cuando debo detenerme en la calle por cualquier motivo. Mi vida cambió un viernes, después de que a eso de las 18:00, en una de las esquinas del parque Montalvo, en el centro de Ambato, me asaltaran.
Ahora entiendo que me espiaban, porque antes hice un retiro de dinero del banco. Esa tarde me dirigía a la casa de mi enamorada, en las inmediaciones de la Francisco Flor y Pérez de Anda. Mientras caminaba estaba distraído y pensaba en algunos problemas con mi familia y en el trabajo.
Antes de ingresar al parque, uno de los desconocidos se acercó. Y, sorpresivamente, primero me exigió que le colaborara con dinero. Su actitud me sorprendió, luego me molestó. Le respondí que no tenía plata en efectivo y que se alejara. En ese momento otro hombre se aproximó por detrás. Me abrazó por el cuello y me recomendó que me mantuviera quieto y en silencio.
Para asegurarse de que cumpliera con su demanda, me hizo sentir el filo de un cuchillo en la espalda. Para mí ese fue un instante aterrador.
El otro hombre, no satisfecho con mi ‘colaboración’, me registró en los bolsillos del pantalón y de la chompa. Se apoderaron de mi billetera y del celular.
Empecé a sudar frío. Recordaba, en cuestión de segundos, las películas que había visto sobre asaltos a personas. Y solo atiné a decirles que se llevaran mis pertenencias y que no me hicieran daño.
Ellos, totalmente envalentonados, me insultaron y recomendaron que no los viera a la cara. “Hay otro compañero en este sitio y si haces algo en nuestra contra, él nos avisará y te mataremos”, me amenazaron.
Me asusté mucho. Estaba muy nervioso y no terminaba de sudar cuando los miraba alejarse corriendo en dirección a la concurrida avenida Cevallos. Busqué a un guardia municipal o a un policía, no tuve suerte.
Me quedé con una tembladera que continuaba hasta cuando llegué a ver a mi novia. Recién allí me recuperé del susto. Por fortuna, antes del asalto había depositado USD 1 000 en efectivo en el banco que mi jefe me solicitó que realizara. Entonces, me di cuenta de que ellos sabían que yo transportaba ese efectivo.
Sospecho que me vieron con el dinero en una de las ventanillas, pero no se dieron cuenta de que lo dejé allí. Por eso me siguieron.
En mi billetera tenía USD 30, tarjetas de crédito y mis documentos personales.
Los desconocidos eran de estatura mediana. El lunes siguiente presenté mi denuncia en la Policía Judicial de Tungurahua.