Al pie del Churo del parque La Alameda, en el centro de Quito, yacen tres carpas, desde las 17:00 del pasado martes 24. En la del centro está monseñor Gonzalo López Marañón, ex obispo de Sucumbíos. Ayer cerca de las 14:00 apenas se lo veía por una hendija de la cubierta de plástico blanco.
Una pequeña cama y un altar con el Santísimo es el escenario en donde llevará adelante una jornada de ayuno y oración de forma indefinida.
Su objetivo está escrito en una pancarta de color púrpura y letras blancas, ubicada afuera de su carpa: “Para sanar heridas y reconciliar Sucumbíos”.
Nueve velas están dispuestas a manera de camino en la entrada de su habitación, en donde está abierto a recibir a laicos, obispos, Heraldos del Evangelio y quienes deseen levantar plegarias con él por la paz y la reconciliación de la provincia amazónica. A los únicos que se les restringirá el acceso será a los periodistas.
Durante esta jornada, su voz ante la prensa estará representada por María de los Ángeles Vaca, quien contestará las inquietudes todos los días, a las 10:00.
En la carpa aledaña dos laicos también lo acompañan en el ayuno. Este consistirá en reemplazar los alimentos con oración de forma progresiva. Al final solo beberán agua. Un equipo médico estará pendiente del estado de salud de monseñor, de 77 años y de los laicos.
A las 17:00 de cada día también oficiará una misa, en la otra carpa que está abierta como una capilla de oración.
Vaca se muestra optimista a que se logre la unidad en Sucumbíos. Es enfática al decir que no ha habido una pelea entre Carmelitas y Heraldos del Evangelio.
Aclara que el pedido constante es que se respete un modelo de iglesia participativo que ha funcionado por 40 años y en el que los Carmelitas es solo una de las tantas congregaciones religiosas y de laicos, mujeres, indígenas, afros, etc., que conforman la Asamblea Diocesana de Iglesia de San Miguel de Sucumbíos.