Si le piden contraseñas bancarias por Internet es un delito informático

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El dinero del préstamo de Ramiro P. fue acreditado a la cuenta de su hijo. Los USD 17 000 serían utilizados para la compra de un taxi. “Solo revisamos el estado de cuenta vía Internet, nunca hicimos uso de la tarjeta para transacciones virtuales”, afirma Ramiro. Una semana después se sorprendieron al ver el saldo, USD 8.

Santiago Acurio, jefe del Departamento de Investigación y Análisis Forense de la Fiscalía, asegura que una causa de los delitos informáticos es el mejoramiento de la conectividad en las zonas urbanas. “La gente tiene más acceso a las tecnologías de la información y prefiere hacer las transacciones desde la comodidad de su casa. La banca en línea ha facilitado las cosas pero implica peligros”, advierte Acurio.

Como era usual, Felipe M. se acercó al cajero de un centro comercial en el norte de Quito para retirar USD 400. Insertó la tarjeta de débito en la ranura y no funcionó, lo hizo por segunda vez sin ningún resultado. “Un señor de unos 40 años se me acercó, sin autorizarlo tomó la tarjeta y dijo que tenía la solución, la limpió en la manga de su chaqueta y me la devolvió”, recuerda Felipe. En dos días se retiraron USD 800, adicional a esto se compraron recargas electrónicas por un valor de 200. “Me di cuenta de la ausencia del dinero cuando revisé el estado de cuenta en Internet”.

Felipe se acercó al banco para realizar el reclamo, al entregar su tarjeta al asesor se dio cuenta de que no era la suya, tenía otro nombre. Entre las modalidades de delitos informáticos también está la clonación de tarjetas de crédito.

En esta forma de robo, la víctima es atracada sin percibirlo. Al pagar con tarjeta de crédito, fíjese que la persona que va a realizar el cobro solo introduzca su plástico en el Datafast. Alerte a las autoridades si pasa su tarjeta por un dispositivo similar a una cajetilla, llamado ‘skimmer’. Este almacena la información de la banda magnética y puede ser descargado para clonar su tarjeta y estafarlo.

El ‘scam’ es otra modalidad: un tipo de correo electrónico fraudulento que informa que ha ganado cierta suma de dinero.

La forma delictiva más frecuente es el ‘phishing’, sostiene César Robalino, presidente de la Asociación de Bancos Privados. Esta modalidad consiste en la captura de información confidencial de las personas que hacen uso de la Internet, para el caso específico de transacciones financieras: el delincuente busca regularmente capturar las claves del usuario para luego usarlas y ejecutar los fraudes informáticos.

Desde mediados del 2010, Diego P. ha recibido tres correos electrónicos de la cuenta banco@pichincha.com. En ellos, lo invitan a actualizar su información de cuenta electrónica.

Refieren: “Reciba un cordial saludo del Asesor Virtual del Banco Pichincha... Tenemos la incertidumbre de que su cuenta haya podido ser tomada por un tercero...”. Luego invita a actualizar información personal y contraseñas, en la dirección http://01pichincha-internexo.com/web/

La página también se llama www.p1pichincha.com. “Los bancos nunca solicitan información de ese tipo por medio de correos electrónicos, SMS o telefónicamente”, sostiene Robalino. La Fiscalía lo ratifica: Esos portales son usados por estafadores.

Acurio precisa dos claves para identificar a una página bancaria legal: cerciorarse de que la dirección web empiece con ‘https://’. La ‘s’ es un código de seguridad. Además, ubicar al lado derecho del ‘link’ (derecha de la pantalla) el ícono de un candado cerrado.

Lo mejor es asegurarse uno mismo de escribir en el explorador de Internet la dirección de la página web, nunca ingresar haciendo clic en un ‘link’ desde un e-mail, recomienda Robalino.

Según él, “los bancos han realizado ingentes inversiones para fortalecer sus sistemas tecnológicos e informáticos. Para el efecto han dotado de ‘software’ de última generación a sus sistemas, que es auditado de forma permanente y adicionalmente evaluado mediante varios procesos externos e incluso por ‘ethical hacking’ (ataques informáticos realizados por técnicos con el objeto de detectar vulnerabilidades)”.

De enero a noviembre del 2010 el Sistema Integrado Nacional de Actuaciones y Estadísticas Procesales de la Fiscalía reportó 1 133 denuncias por delitos informáticos a escala nacional. De ellas, solo cuatro llegaron a sentencia condenatoria.

“Bloqueamos las cuentas y acudimos inmediatamente al banco. Nos dijeron que darían una respuesta en 30 días, pero pasaron dos meses para que solo nos dijeran que la culpa era nuestra”, refiere Ramiro P., indignado.

Él continúa pagando USD 230 mensuales del préstamo, a la espera de que haya una resolución favorable desde la Fiscalía. Vendió una propiedad avaluada en USD 20 000 en 13 000 para pagar el vehículo que necesitaba para dedicarse a trabajar.

Robalino asegura que la banca ofrecerá más seguridades a partir del primer trimestre del año.

“Hemos acudido a diferentes instituciones que velan por el bienestar del usuario, pero ninguna ha solucionado el problema, a pesar de que tenemos el número de cuenta al que fue transferido nuestro dinero”, dice Ramiro.

Quito

‘Se robaron mi carro en segundos’

Luis Leguísamo

Víctima de la delincuencia

 En cuestión de segundos se llevaron mi carro, que estaba estacionado en la puerta de mi casa, en Chillogallo (sur de Quito). Recuerdo que dejé a mi hijo en la escuela y solo estacioné el auto hasta tomar café e ir a trabajar. Ya eran las 09:00, pero cuando salí mi carro no estaba allí.

Es una fea sensación. Lo primero que hice es preguntar a todos dónde estaba mi auto. Nadie había visto nada. Llamé a mi hermano, al 101, bajamos al UPC (Unidad de Policía Comunitaria). También avisamos a todos los patrulleros que pasaban por el barrio. Llamamos a los peajes de Santo Domingo de los Tsáchilas, de Calacalí, de Ibarra, Latacunga. Es decir, hicimos todo lo posible, pero no lo encontramos.

Allí también estaba mi cédula, licencia y matrícula. Se llevaron todo. Ese carro lo compramos en USD 24 000 y ni siquiera terminábamos de pagar; nos faltaba USD 2 000. Esto es lo más triste y por eso hago un llamado a todas las personas, para que tengan más cuidado.

El auto era mi herramienta de trabajo, pues tengo una compañía de limpieza y siempre lo utilizaba. En todo momento fui muy cuidadoso con mi auto. Por eso nunca le hice siquiera poner alarma. Lo único que me queda es dar tiempo al tiempo. No soy la única persona afectada y tengo que superar este problema.

La propuesta

Marco Dávila  /  Líder de proyectos juveniles

Formación de 2 a 3 años

Hay cosas elementales que en el país no han funcionado. Desde hace mucho tiempo hemos hablado de la seguridad ciudadana y lo único que hemos hecho es referirnos a la Policía como tal. Es decir, hemos hablado de los recursos que el Estado ha usado en gasolina, motos, armas, cascos.

Pero esto no ha dado resultado. Es cierto que la Policía es un eje fundamental para mejorar la seguridad, pero es muy difícil que la institución pueda cumplir su labor cuando tenemos elementos formados en seis meses. La formación, para que puedan estar en calle, debería ser de dos a tres años.

Hay que profesionalizar, hay que dar una formación adecuada a la Policía. Además, está vista por los ciudadanos como una de las instituciones más corruptas que existen en el país. Hay que hacer reforma integral.

Seguir construyendo cuarteles nos parece totalmente absurdo. Los policías deberían convivir con los ciudadanos.

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