La mañana de ayer, 26 de enero, falleció Carlos Chacón, uno de los 11 heridos que dejó la explosión de una gasolinera ubicada en la Ciudadela Atahualpa, en el sur de Quito.
Según información preliminar, la víctima murió tras sufrir un paro cardiorrespiratorio. Esto, debido a una infección en sus órganos. Tenía quemaduras de tercer grado en más del 80% de su cuerpo.
Hace una semana, Jorge Cuascota, otro de los heridos en el siniestro, pereció por un problema cardíaco debido a la gravedad de sus quemaduras.
Desde el 7 de enero, día en el que se produjo el incidente, ellos permanecían en la Unidad de Cuidados Intensivos.
El miércoles pasado, Édison Rodríguez, jefe del servicio de Cirugía Plástica y Unidad de Quemados del Hospital Eugenio Espejo, señaló a este Diario que el pronóstico de Chacón era delicado. “Su corazón y pulmones todavía tienen autonomía y funcionamiento normal, pero su salud no mejora”.
En los últimos 15 días, Chacón había sido operado siete veces. Cada 48 o 72 horas la víctima entraba en cirugía para la limpieza de las heridas.
Rosa Chacón, hermana del fallecido, relató ayer que la familia espera una indemnización. La víctima trabajaba en una empresa que daba mantenimiento a la gasolinera.
La noche del martes 7 de enero, horas después del incidente, Éber Arroyo, comandante del Cuerpo de Bomberos, con base en un informe inicial, explicó que la explosión y posterior incendio se debieron a una falla humana, durante un proceso de mantenimiento.
Otro de los heridos graves que aún se encuentra internado en el Hospital Eugenio Espejo es José U. Él tiene quemaduras en el 10% de su cuerpo.
Según Rodríguez, el paciente podría recibir el alta médica en los próximos días. Aunque precisó que el proceso de rehabilitación puede prolongarse hasta 24 meses más.
En la tarde de ayer, luego de la autopsia, el cuerpo de Chacón fue trasladado a la casa comunal del barrio Eugenio Espejo, en el sector de Chillogallo. Allí, se realiza el velatorio.
Su familia lo recordó como un joven tranquilo y muy apegado a sus ocho hermanos. “Siempre que podía iba a jugar fútbol con su hermano pequeño. También le encantaba asistir a las peleas de gallos”, comentó Rosa Chacón.