La vía amaneció militarizada. 27 soldados del Batallón de Policía Militar número 2 de Quito para controlar armas en los vehículos.
Todos con boinas y pistolas 9 milímetros en la Mariscal Sucre, la principal arteria para llegar a Chillogallo, en el sur de Quito.
Dos horas de cacheos y el resultado fue la requisa de un pequeño cuchillo y un machete hallados en una camioneta blanca.
Un oficial del Ejército dice que la eficiencia de las actuaciones militares no se puede medir por el número de detenciones, sino por la cantidad de operativos.
Pero de enero a diciembre del 2011, en la capital se montaron 9 740 patrullajes y se detuvo a 21 personas que llevaban armas sin permiso. Eso ocurrió pese a que la potestad legal para esos controles se atribuyó a los soldados recién el 6 de mayo de ese año.
En los tres primeros meses del 2012, en cambio, en 1 734 patrullajes se arrestó a dos personas con armas y a 38 por hechos delictivos. También se decomisaron 15 cuchillos y 52 pistolas. Por resultados como estos, las tareas de los militares en las calles son cuestionadas (ver punto de vista).
A esto se suma que en el control de armamento actúan solo militares y no la Policía. Aquello ocurrió ayer y lo confirmó otro oficial de FF.AA. Esto sucede pese a que en la Ley de Seguridad Pública (art. 35) se dice que en estados de excepción FF.AA apoyarán a la Policía. En cambio, en el artículo 158 de la Constitución se determina que “la protección interna y el mantenimiento del orden público son funciones privativas del Estado y responsabilidad de la Policía”. Y de los militares se advierte que “tienen como misión fundamental la defensa de la soberanía y la integridad territorial”.
En el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas continúa el equipamiento a los soldados que realizan operaciones de seguridad. Datos de ese organismo revelan que en noviembre se invirtieron USD 2 millones en la compra de 600 trajes antimotines, 388 vallas, 90 camionetas, 64 detectores de metal, entre otros. Pero también hay un proyecto por USD 6 millones para adquirir gas pimienta, bombas lacrimógenas, es decir, material que en este momento utiliza la Policía.
Los 27 militares que vigilaban ayer en Chillogallo portaban pistolas 9 milímetros, chalecos antibalas y gas pimienta. Hace cuatro meses la tropa recibió la orden de no salir con fusiles, pues es considerado armamento letal.
Estas tareas se desarrollan en medio del llamado del Gobierno para que los militares entren a operar de lleno contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Esa disposición incluso consta en el Plan de seguridad integral que el Gobierno presentó a finales del año pasado.
Allí se advierte que para el 2013, la política de Defensa “admite el empleo racional de FF.AA. para enfrentar las nuevas amenazas a la seguridad del país”.
En el informe de gestión que a su salida de la máxima jefatura militar presentó el 4 de abril el general Ernesto González se dice que el control de armas impulsan los militares “conscientes de frenar la delincuencia que se viene produciendo en el país”.
En este momento, los soldados operan en esas tareas con base en el Decreto Ejecutivo número 749 y las reformas a la Ley de Seguridad Pública para que los soldados participen en el combate a la delincuencia aún no se aprueba en la Asamblea Nacional.
No obstante ya existe un informe elaborado por al menos cuatro asambleístas oficialistas y allí se reconoce “un creciente sentimiento de inseguridad en la ciudadanía”. Luego se asegura que “los actos delictivos se han incrementado a todo nivel” y que “los delincuentes se han sofisticado adoptando nuevas y complejas formas, cometiendo delitos cada vez más violentos”.
Para la vigilancia, los militares tienen dividida a Quito en zonas y para ello se conformaron cuatro batallones de entre 100 y 160 hombres. Los que ayer estaban en Chillogallo van de zona en zona e incluso utilizan conos anaranjados para delimitar la zona en la que serán chequeados los vehículos. A las 10:00 recogieron las vallas, se embarcaron en una camioneta y se fueron a otro lugar.
Punto de vista
Andrés Gómez
Investigador de seguridad
‘Se debería fortalecer y capacitar a la Policía’
Claramente la función de las Fuerzas Armadas es defender la seguridad en las fronteras de una nación. No están para luchar contra un enemigo interno como la delincuencia, para esa labor se debe fortalecer y capacitar a la Policía Nacional. En el momento en que se incluye al Ejército a esta lucha se crea una seguridad anacrónica. La ciudadanía va a sentir mayor miedo de salir a las calles, por el simple hecho de tener a militares en lugares públicos, cuya figura es muy fuerte y se asocia con guerra.