Los desconocidos se metieron a mi casa en diciembre del año anterior. Se aprovecharon para llevarse una computadora, joyas, dos celulares, dinero, entre otras cosas. Calculo que perdimos más de USD 2 000 solo en ese día.
Sospecho que los delincuentes nos estaban siguiendo y se dieron cuenta de que en las mañanas la casa queda sola. Mi esposa y yo salimos a trabajar y las niñas, a estudiar. Solo así se pudieron dar cuenta de nuestros movimientos.
En realidad el barrio La Merced de Chorlaví, en Ibarra, se ha vuelto peligroso. Supongo que los delincuentes entraron a mi casa entre las 10:00 y 10:30.
Saltaron el muro y abrieron la puerta principal, posiblemente usando una barra metálica. Cuando llegamos en la tarde encontramos la puerta abierta. El seguro estaba destruido.
Afortunadamente no se llevaron las cosas grandes como la televisión y la refrigeradora. Pero me imagino que tuvieron tiempo de revisar todo, porque hasta los cajones donde guardamos la ropa estuvieron abiertos.
Yo puse la denuncia del robo de mi casa en la Fiscalía. Sin embargo, han pasado cinco meses y todavía no se sabe quiénes ingresaron a mi domicilio. Preferí alejarme de las investigaciones porque casi siempre no existen resultados positivos.
Luego, como nadie se queda en casa, decidimos con mi esposa mejorar las seguridades. Nos tocó alzar el muro 50 centímetros más y colocar pedazos de vidrio en la parte superior de la pared.
También colocamos chapas más fuertes en la puerta principal y pusimos protectores metálicos en las ventanas. Ahora mi casa parece un fuerte militar.
Pero a pesar de ello temíamos que los desconocidos regresaran cuando no estuviésemos. Por eso es que también decidimos contratar los servicios de una empresa de seguridad.
Esta instaló un sistema de alarma que nos costó USD 320. También realizan el monitoreo permanente de nuestra casa. Por eso nos cobran USD 25 mensuales.
Ahora se volvió un gasto muy necesario por la seguridad de nuestro domicilio, porque las esposas y los esposos tenemos que salir a trabajar, ya que las necesidades actuales nos obligan a que trabajemos ambos.
Pero yo no soy la única víctima. Antes ya habían ocurrido otros robos en este sector.
A una vecina, por ejemplo, le robaron tres veces y por eso ella prefirió cambiarse de barrio.
El problema es que aquí no estamos organizados. Tampoco funciona un Puesto de Auxilio Inmediato (PAI) y los patrulleros de la Policía nos visitan solamente de vez en cuando.