Sus quejidos estremecían a quienes la escuchaban. En una camilla de la sala de emergencias del Hospital Claudio Benetti, en la parroquia Zumbahua (Cotopaxi), Fernanda Loor mostraba una herida profunda en su pierna izquierda.
Esta niña de 11 años fue uno de los 17 heridos del accidente de tránsito que ocurrió ayer, a las 03:00, en los páramos de Apahua. El bus de la Cooperativa Cotopaxi, placas HAK 630, disco 32, cayó en un abismo de 100 metros de profundidad cuando cumplía el recorrido Quevedo-La Maná-Zumbahua-Latacunga.
Siete personas perdieron la vida, según la Unidad de Investigación de Accidentes de Tránsito (UIAT). Los lesionados fueron trasladados, en primera instancia, hacia Zumbahua, ubicado a 8 km del sitio del accidente.
“El automotor partió de la ciudad de Quevedo a las 22:45 del lunes. Cuatro horas después el conductor perdió la pista y se volcó”, dijo Danilo Freire, jefe de la UIAT de Cotopaxi. El bus rodó 90 metros y un montículo de tierra detuvo su trayecto.
La lista de los fallecidos se difundió pasado el mediodía: Luis Espinoza (55 años), Galo Rivera (31), Trajano Heredia (67), Rodrigo Chaluisa (30). Además, Carlos Quishpe (36), Iván Maldonado (24) y Gloria Calvopiña, (34). La Policía sospecha que el conductor, todavía sin identificar, se durmió mientras manejaba.
Fernanda no recordaba mayores detalles. En su memoria se grabaron las luces de un patrullero cuando la trasladaban al hospital de Zumbahua a 60 km de la capital cotopaxense.
Afuera, su padre, Eulogio Loor, buscaba información. Los médicos le tranquilizaron: su pequeña no corría peligro. Este hombre de 40 años, apenas podía asimilar esta tragedia. Llegó a las 10:30 procedente de Latacunga.
Sin embargo, descargó su desesperación con un llanto silencioso. Más sereno relató los pormenores del viaje de su hija. “Fernanda viajó de vacaciones hasta donde sus familiares en el sector de El Palmar, en la vía a Quevedo. Debió volver ayer, a las 06:00, pero su abuela insistió en que viaje de madrugada en compañía de su tía, María Cajas, 16 años, Ambas tomaron el bus a las 00:30”.
Las dos sobrevivieron. Sus heridas no fueron graves. No así, Carlos Quishpe, comerciante de ropa. Él abordó el bus para viajar de Latacunga hacia Quito. Quería comprar prendas para abastecer su local en La Maná.
Quishpe murió tres minutos después de haber ingresado al hospital de Zumbahua. Su esposa, Margoth Padilla, de 32 años, recibió la mala noticia en la sala de espera de boca de un policía.
“Su esposo está muerto. Lo verificamos con la cédula de identidad que encontramos entre sus ropas”, le dijo el uniformado.
Margoth lanzó un grito desgarrador que hizo bajar la mirada al grupo de 30 familiares y policías que seguían en espera. Luego realizó varias llamadas. “Ahora qué les digo a mis dos hijas de 9 y 6 años”, decía Margoth, directora de la Academia Artesanal Blanca Sáenz de La Maná.
La mujer, de baja estatura, trató de observar por última vez el cuerpo sin vida de su esposo. No pudo hacerlo. Un policía le explicó que el cadáver sería trasladado a La Maná. El mismo procedimiento aplicado para los seis cuerpos restantes que permanecían en la morgue.
Antes, a las 11:00, Fernanda Loor fue trasladada al hospital de Latacunga. Su padre la abrazaba.
Entre tanto, la Policía seguía con el análisis del bus accidentado. Este automotor tenía las llantas totalmente lisas. La carrocería en malas condiciones no aguantó el tortuoso descenso. Trozos de latas, vidrios y prendas quedaron esparcidos en la ladera.