Desde temprano circuló la foto. El torso semidesnudo de un cuerpo abatido y un hilo de sangre cerca de la cabeza. Por si hacía falta, ahí la prueba. Nos hemos convertido en una sociedad que necesita tocar los agujeros de los clavos que le hincaron a Cristo para creer que es él.
En las primeras horas del lunes comenzó la danza mediática. Se sabía que al futbolista paraguayo Salvador Cabañas le habían disparado en la cabeza.
Algunos medios, en la ansiedad por no perder la nota (porque ahora ya no se trata de ganar sino de no quedar fuera), proclamaban la muerte, luego la desmentían; decían que hubo un asalto, luego una riña; todo propio del caos que significa reportear.
Desde que la comunicación mediática perdió el privilegio de contar con tiempo para indagar, peor investigar, todo se resuelve en el ir y venir de declaraciones, especulaciones y proyecciones.
La polémica comenzó cuando a la par de los vaivenes informativos circuló una foto. El cuerpo de Cabañas, con el torso semidesnudo, tirado sobre el piso y con un hilo de sangre. Una foto de mala calidad, talvez tomada con un celular. Después, circuló por el mundo (Cabañas es un personaje importante en Paraguay y en el mundo futbolero). Twitter tuvo de inmediato el link. Y a la par se inició la polémica. ¿Era necesaria esta foto?
Narrar el crimen, la sangre, la muerte, no es fácil. Porque en el camino hay humanos con derechos y en el horizonte hay historias. El drama haitiano nos puso a prueba. ¿Qué de la muerte debo mostrar? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿En qué contexto? ¿Las fotos tienen valor informativo o solo agregan espectáculo? No es fácil, pero la pregunta debe estar presente siempre que uno se asuma ético y responsable.
La publicación de la foto de Cabañas sangrando fue un error. Propia de la noticia espectáculo y ajena a las reglas de respeto a la víctima. Las preguntas son muchas, pero la atención se desvió por una foto que alteró la calentura de quienes no se aguantan la obsesión noticiosa. A veces, dar un paso atrás y respirar dos veces, nos da perspectiva.
El debate fue intenso en los foros de los medios que decidieron publicarla. Había indignación creciente pero también respuestas de quienes creían que sí se debía publicar: es información, los medios solo registran, si los demás la tienen nosotros también.
Más allá del desenlace del caso Cabañas me quedo con una reflexión: los medios no solo registran, construyen; la foto de un cuerpo abatido solo es noticia si agrega, pero debe prevalecer el respeto; los usuarios de medios debemos ser más exigentes, porque respetar al otro es respetarnos socialmente. El espectáculo es eso, la noticia es otra cosa. Si nos acostumbramos a la sangre, bueno…, entonces ya todo está dicho.
El Universal, México, GDA