Roberto Salazar es CEO de Hexagon Consultores. Foto: Diego Pallero/El Comercio
Roberto Salazar es Economista de la Universidad Católica del Ecuador (1987-1993). Tiene una maestría en Teoría Económica por la Universidad de Georgetown, de EE.UU.; y otra maestría en Ciencias con Especialización en Financiación de la Protección Social por la Universidad de Maastricht. Hoy es CEO de Hexagon. Es especialista en análisis de políticas públicas y regulación económica; análisis socioeconómico y evaluación
de proyectos de infraestructura; entre otras áreas.
¿Hay crisis económica?
Uno puede debatir si existe o no existe crisis. Pero lo que se va midiendo en los ciclos reales de negocios es que hoy la gente tiene una crisis de expectativas, que puede convertirse en una crisis real. La gente empieza a guardar sus recursos, los bancos restringen el crédito por cuidar la liquidez, los negocios no invierten… Si no se corrige eso rápidamente, se cierra el ciclo y empieza a apagarse la economía. El problema lastimosamente es que todas las medidas que se van tomando no contribuyen a corregir eso.
¿Cuál es el origen de esa crisis? ¿Es la caída del precio del petróleo como anota el Gobierno?
El tema del precio del petróleo es fundamental. Cuando se revisan las cifras históricas de los últimos 20 o 30 años, vemos que la inversión pública está ligada casi uno a uno con los ingresos petroleros. Si los ingresos petroleros caen casi a cero quiere decir que la inversión cae. Lo que los agentes económicos van transmitiendo es que el país tiene los dos motores del avión (la inversión pública y privada) apagados. Ahí se puede entender la importancia de tener alianzas público-privadas, que deberían ser la manera de prender el motor de emergencia. Y montar estas alianzas no es algo que se haga de la noche a la mañana, depende de varios factores y están relacionados con expectativas.
¿Esta crisis es reciente?
En un modelo dolarizado como el que tenemos se debe partir de que lo importante es la economía real. El gran factor en dolarización es la productividad; sin eso, no vas a ser competitivo. En dolarización se tiene que ser competitivo y tener suficiente producción para generar una entrada de divisas mayor que la salida de divisas. Eso nos va a sostener. El tema es que antes se tenían expectativas favorables ligadas al precio del petróleo. Con un precio de USD 80 o 100, el Gobierno dijo: tengo suficientes recursos para hacer inversión pública, puso las reglas y la gente siguió esas reglas. El que distribuye los recursos en la economía pone las reglas. El problema es el ‘sudden stop’ o parada brusca. Ministerios, empresas, comunidades, que estaban beneficiándose de esa inversión, están ahora viendo esta parada.
¿Por qué esa alta dependencia al petróleo no generó expectativas negativas en los actores económicos?
Por la miopía económica. Los agentes económicos no vemos bien el largo plazo y todo el mundo trabaja en el corto plazo. Gente de la academia alertó de eso porque puede haber una parada brusca. Ahí la importancia de tener un fondo de ahorro. Es fundamental crearlo en tiempo de vacas gordas para utilizarlo en tiempos de vacas flacas a través de una política contracíclica que controle las expectativas. Si existieran los fondos de ahorro la gente podría decir ahora: “voy a invertir mi dinero, no lo voy a guardar, porque sé que se va a mantener el crecimiento”.
¿Qué tanto ayuda la reforma laboral recién aprobada para salir de esa crisis de expectativas?
Es una buena señal.
¿Y las reformas tributarias anunciadas?
Dan una señal de que el Gobierno se está financiando, pero lo que reclama el sector productivo es por qué el Gobierno no reduce el gasto como hacen las empresas o las familias. Académicamente ya estamos en una crisis de expectativas y las políticas públicas que han tomado las autoridades no crean expectativas racionales, favorables, que permitan mirar hacia adelante. Me da la impresión de que ahí existe un tema de expectativas adaptativas.
¿Nos estamos solo adaptando a las circunstancias?
Expectativas adaptativas son aquellas que no te conduce a mirar el futuro. Las expectativas adaptativas se hacen en el escritorio, pero los problemas reales de la economía están afuera. Lo que se necesita es que la autoridad salga y mire lo que pasa para que pueda prender la máquina de la economía.
¿Las reformas laborales y las reformas tributarias anunciadas son señales suficientes para cambiar las expectativas de la gente?
No son suficientes. Son buenas señales, pero necesitas
una adicional: un diálogo real.
¿El llamado a combatir esta crisis de expectativas es el Gobierno?
Hay que despolitizar el concepto e ir a lo que yo llamo un diálogo abierto económico y hexagonal, donde participen Gobierno, medios, empresas, organismos internacionales,
comunidades en los territorios y sociedad civil. Y, así, construir una propuesta que suene a plan de Gobierno. El plan que tenemos ahora no está convenciendo a los actores, no genera confianza.
¿Por qué no funciona el plan?
Porque es un plan que no surge desde los territorios. Hay que ir a los territorios.
¿No se ven señales de que el Ecuador camine en esa dirección?
Hay que invitar al Estado a dialogar con todos los actores y en los territorios.
Y lo han invitado e incluso el Estado ha ido, ha escuchado las propuestas, pero, al final, ese diálogo no se traduce en decisiones
Si se está invitando a un diálogo y no se acoge lo que pide el mandante a su mandatario, ¿qué es lo que hace? Ocurre lo que pasa en una empresa: si tiene un gerente que no responde a su directorio, el directorio cambia al gerente. En América Latina ya se ve que algunos países están comenzando a actuar de diferente manera, ahora los mandantes comienzan a cambiar a la Asamblea o al Ejecutivo. En el país, si las autoridades quieren votos deberían dar soluciones económicas, pero hasta ahora solo han enviado señales sueltas.
¿Hace falta un programa económico?
Exacto, y no un programa de un Gobierno sino un programa de país.
¿Por qué las medidas aplicadas hasta ahora no son suficientes?
No son suficientes porque hay una crisis de confianza. Para cambiar el escenario no se puede lanzar señales sueltas porque la gente no las cree. Hay que aumentar la credibilidad y plantear un programa para lograr que la gente se sume.