¿Qué hay detrás de la abdicación del rey de España?

El Rey Juan Carlos y el Príncipe de Asturias en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), el 3 de junio de 2014. Foto: EFE

El Rey Juan Carlos y el Príncipe de Asturias en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), el 3 de junio de 2014. Foto: EFE

El Rey Juan Carlos y el Príncipe de Asturias en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), el 3 de junio de 2014. Foto: EFE

Especial de:

Manuel Pardo de Vera, experto en monarquía, analiza la salida de Juan Carlos I.

Muchas veces se ha especulado en España sobre la posible abdicación del rey Juan Carlos. Ahora, cuando de verdad tiene lugar su renuncia, toma a todos por sorpresa. ¿Qué hay detrás de esa decisión? Con el fin de conocer los alcances de este hecho histórico, EL TIEMPO entrevista a Manuel Pardo de Vera, vicepresidente del Instituto Español de Estudios Nobiliarios y de la Real Asociación de Hidalgos de España, a la que pertenecen el Rey y el Príncipe Felipe.

¿Cree que el Rey abdica porque es el mejor momento o porque se encuentra acorralado por los problemas de salud, por los escándalos (como el de la cacería de elefantes y el posible fraude fiscal de la infanta Cristina y su marido) y por la caída de su popularidad ante los españoles?
Es una mezcla de todo. Es evidente que la Familia Real no pasa por sus mejores momentos y que últimamente no ha sido un ejemplo para los españoles. Creo que el Rey ha recuperado un poco su imagen después de los escándalos que usted cita y aprovechó esa circunstancia para abdicar.

Se suele decir que los españoles son, sobre todo, "juancarlistas". ¿Tiene suficiente impulso el Príncipe como para que ahora sean "felipistas"?
La gente que se confiesa “juancarlista” lo hace como si dijera algo positivo para la Corona y, en realidad, le está infringiendo un gran daño. La monarquía no puede depender de la persona que la encarna sino de la institución misma. Confiar en la monarquía española es confiar en la historia española. Las experiencias republicanas que se han vivido en España la han perjudicado y por eso es importante fortalecer la monarquía. La primera que debe hacerlo es la propia Familia Real.

¿Está en condiciones de representarla el príncipe Felipe? ¿Qué ventajas tiene respecto a su padre?
Es joven y se ha beneficiado de una estupenda educación. Pero, sobre todo, tiene la ventaja de haber nacido en un país democrático. A diferencia del Rey, que no pudo reinar mientras Franco estuvo en el poder, el Príncipe creció en libertad. Creo que su formación, buen juicio y conocimiento del pueblo representan una garantía de permanencia. Hay que sumarle, además, su buena imagen. Es el miembro de la Familia Real, junto con la Reina, que goza ahora de mejor imagen.

En eso no ha contado con ayuda de sus hermanas, cuyos comportamientos han dejado mucho que desear...
Se puede echar de menos mayor firmeza ante ellas por parte de los padres. Se dice que los padres siempre actúan con el corazón, pero la Familia Real tiene que ser ejemplar y no cuenta con la misma libertad de las otras. Carga con mayor responsabilidad.

¿Se refiere a la actuación de los Reyes frente a la infanta Cristina, implicada en posible fraude fiscal?
Sí, y sobre todo al desastroso comportamiento de su marido. Hay que recordar que no cuentan con el mismo nivel de libertad de los demás.

Las funciones del rey Juan Carlos han sido básicamente dos: consolidar la democracia en España en lo que se ha llamado la transición (el paso desde la dictadura de Francisco Franco) y mantener la unidad del país. Una vez logradas, ¿tiene sentido que continúe la monarquía?
Creo que es el momento de que los españoles pensemos si estamos haciendo todo bien. El Rey también debe ser la marca de España ante el extranjero. Debemos dejar de minusvalorarnos, de criticarnos, y apoyarlo como imagen ante el mundo. Esa es una función muy importante que cumple. Y respecto a la unidad nacional, todavía cumple un papel de cohesión. Es conde de Barcelona, señor de Vizcaya, rey de Castilla y de León. Es la unión de los antiguos reinos de España. Sin él, los problemas de independencia de España se multiplicarían por cien.

El rey Juan Carlos comenzó un camino de transparencia, con iniciativas como la exposición de los gastos de la Casa Real. ¿Cree que Felipe seguirá por el mismo camino?
Supongo que sí, y me parece bien. Estoy seguro de que no hay ningún problema con las cuentas, y si la gente quiere verlas, que lo haga. Así, además, se pueden comparar con las de otras casas reales, que suelen ser más holgadas. Pero en lo que de verdad debemos hacer los españoles es valorar lo que supone la monarquía en su auténtico sentido.

¿Y qué supone en su auténtico sentido?
La cohesión. Mucha gente piensa que la monarquía es una institución obsoleta, y puede serlo en algunos países. Pero en España es sinónimo de unidad. Aquí existen muchos impulsos independentistas, como los de algunos sectores de Cataluña y de otras regiones, y la monarquía es la garante de la unidad de España. Deberíamos en realidad fortalecerla. En un afán por parecer sencillos, se ha simplificado, se le ha restado ceremonial y protocolo. Es un error. Como símbolo, la monarquía debe sumar ejemplaridad, protocolo y ceremonial. Tenemos varios ejemplos de ello. La de Reino Unido, por ejemplo, no escatima en eso y, a pesar de que también ha atravesado malos momentos, continúa con grandeza.

En su opinión, ¿cuál ha sido el mayor logro y el mayor error del rey Juan Carlos?
El mayor logro ha sido conseguir la democracia, con grandes hombres como Adolfo Suárez. Fue crucial también su participación en el aborto del golpe de Estado que trató de imponer Antonio Tejero. Y ha sido muy importante en su labor de abrir España al mundo. Es nuestro mejor embajador.
El mayor error lo ha cometido en su vida privada. Un monarca no puede tener vida privada. Es rey las 24 horas del día. Él y la familia deben mantener los valores y el buen comportamiento siempre.

¿Con la abdicación del Rey se puede decir que empieza una nueva etapa en la historia de España?
Sí. Se podría decir que termina la transición y empieza la verdadera consolidación auténtica de la monarquía. El Príncipe, sin las mismas herencias históricas de su padre, tendrá que ganarse cada día su lugar en la monarquía española.

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