Testimonio. Christian Flores. Empleado privado.
Vivo en Carcelén, en el extremo norte de la ciudad. En llegar desde allá hasta mi trabajo, en el Palacio Arzobispal (Centro Histórico), me demoro, más o menos, una hora y media.
Salgo a las 06:30 y dependiendo del día, llego a las 07:50 u 08:00. A esa hora hay mucho tránsito, sobre todo en El Labrador y en la salida de Carcelén.
Siempre tengo que salir con tiempo extra, para no timbrar tarde en mi trabajo. La circulación en Quito es impredecible. Hay días que te metes por una avenida y el tránsito es fluido, te confías de esa realidad y al siguiente día, allí hay un trancón insufrible.
Si me atraso unos 10 minutos al bus Monserrat, que es el que me trae por la 10 de Agosto, estoy perdido, porque llego acá 08:30 o un cuarto para las nueve y ya es un retraso. La razón: a partir de las 07:00 aumenta el flujo vehicular. Esa línea de bus es directa. El regreso es igual de complicado. La última unidad parte a las 18:30, pero yo termino mi jornada de trabajo a las 21:30.
No tengo otra que bajar caminando a La Marín y hay mucho peligro, pero ese es mi trajinar de lunes a viernes.
Para el regreso a mi casa necesito entre una hora y 45 minutos hasta dos horas. Voy en Metrobús. Ese es muy rápido, pero mi problema son los alimentadores, que me llevan al barrio. Tengo que estar esperando una media hora hasta conseguir el mío. Eso es muy duro, porque luego de trabajar uno solo piensa en llegar rápido a la casa para compartir con la familia o para descansar.
Además, el viaje y la espera cansa. A veces, en la mañana especialmente, toca salir muy temprano, te cortas tu sueño normal, porque no es solo levantarse a las 06:30 y salir, si no que hay que levantarse mucho antes, para arreglarse. La verdad es que desde allí empieza el malestar.
Los sábados salgo a pasear con mi esposa y con mis gemelos. Esos días es más complicado todavía, porque a veces salgo con mis niños y no me paran los buses, que es uno de los grandes problemas. Todavía son chiquitas y están en una guardería cerca de la casa. Solo para ir a dar una vuelta por el Centro Histórico o por La Carolina, toca salir a las 08:00 para llegar a las 10:00 u 11:00, dependiendo de la suerte.
El tráfico es más pesado los sábados. Muchas veces prefiero encerrarme en el barrio, porque el viaje es muy largo y en lugar de divertirme con mis hijos, me pongo de mal carácter y se daña el día.
Pienso que el sueño de todos quienes vivimos aquí es el de poder llegar rápido a nuestros destinos. Dicen que las congestiones se generan porque hay más carros en la ciudad, pero las autoridades deberían hacer algo para mejorar las condiciones de vida.
Hasta tanto, hay que soportar los largos y tediosos viajes, para no perder el trabajo.