Desde el lunes pasado, a Judith Rodríguez le toma una hora y media llegar a su trabajo. Además, debe caminar seis cuadras para coger el bus. Rodríguez vive en Carcelén, en el norte de Quito, y trabaja en un almacén en la Mariana de Jesús y 10 de Agosto.
Antes, su recorrido se demoraba una hora y cogía el bus en la esquina de su trabajo. Por la repavimentación del carril exclusivo del trolebús, la línea Carcelén – La Marín, de la que es usuaria, dejó de circular por la av. 10 de Agosto y ahora pasa por la Amazonas.
Otro inconveniente que afronta es que los buses van repletos de pasajeros y en muchas ocasiones no la llevan. A las 19:00 del martes pasado, en la parada de El Jardín hubo más de 20 usuarios del transporte público. Rodríguez estuvo en el lugar por más de 10 minutos, porque tres líneas no la llevaron. Esta situación le genera incomodidad porque tampoco llega a tiempo a su casa para atender a sus tres hijos pequeños.
A esa hora, el tránsito estaba trabado. Circular por la Mariana de Jesús, desde la Polonia hasta la Amazonas (dos cuadras) tomaba 10 minutos. La luz verde del semáforo cambió tres veces y los vehículos no avanzaban.
La av. América es otra vía donde hay congestión vehicular y aglomeración de personas en las paradas de buses y en el metrobús.
Carlos Pozo comentó que usualmente cogía el metro en La Ofelia, a las 06:30, para trasladarse a la calle Brasil. Pero ahora sale de su casa 15 minutos antes porque hay más usuarios. El lunes se atrasó a su trabajo porque el metro estuvo repleto y le tocó esperar al siguiente.
Fanny Valencia se transporta todos los días en el metro, a las 07:00 y 19:30. Ella comentó que el tiempo de recorrido es normal, pero hay más usuarios.
Valencia espera dos y hasta tres unidades. Llegar a su casa le toma 30 ó 40 minutos más de los habitual. Para no atrasarse en las mañanas sale 20 minutos antes. “Se altera todo nuestro horario, llegamos más tarde, dejamos de hacer cosas de la casa”.
El cambio de horarios también afecta a los conductores. Carlos Morales, dueño de un Renault dorado, trabaja por la av. Orellana y vive por el sector de El Labrador.
Por la 10 de Agosto se hacía entre 12 y 15 minutos, ahora su recorrido se extendió a 30. “Se gasta tiempo y dinero, el carro consume más gasolina”.
El lunes y martes no tuvo problema para llegar a su trabajo, porque el carril norte- sur aún estuvo habilitado. La dificultad es en la tarde, al regresar a su casa.
El martes pasado, a pesar de que el semáforo estuvo en verde, le tocó esperar el paso del trolebús. En la intersección con la Mariana de Jesús, la unidad se cambia de su carril exclusivo para circular por el carril derecho de la 10 de Agosto. A pesar de que en el sitio hay dos policías de tránsito y un operador del trole, se forma una fila de hasta 20 carros.
Elena Lazo, quien conducía un Vitara blanco, contó que llega a su casa, por el sector del Aeropuerto, media hora más tarde de lo habitual. Ella pide que haya más control policial en especial en las calles transversales a la 10 de Agosto. Por ejemplo, el martes se demoró 10 minutos para cruzar la intersección de la Villalengua.
“Se ha alterado nuestros tiempos, actividades, nuestra vida”.