Entrevista al historiador Hernán Rodríguez
Quito ha sido designada este año como capital cultural de América. ¿Cómo aprovechar este reconocimiento?
En este momento es importante esta designación, ya que presenta la posibilidad de mostrar, ante América y el mundo, el resultado de la restauración sistemática y técnica de los grandes monumentos arquitectónicos de la ciudad. El Fondo de Salvamento del Patrimonio de Quito (Fonsal), por ejemplo, ha invertido más de USD 120 millones para intervenir en monumentos que estaban en peligro de desaparecer, en Santo Domingo, San Francisco, La Compañía y otros lugares.
Esta obra es sumamente importante y esta es una excelente oportunidad para dar a conocer este trabajo. Lo importante es que no solamente se han restaurado los templos y sus obras, también se han remodelado casas patrimoniales, que están habitadas.
¿De qué le serviría a la ciudad mostrar sus encantos?Se podrían recibir nuevos aportes o ayudas económicas de organismos internacionales para preservar los tesoros de la ciudad. El año próximo, la Academia Ecuatoriana de la Lengua volverá a funcionar en su sede ubicada en la calle Cuenca. Una casa de 100 años que está siendo restaurada gracias a una donación de 400 000 euros de la Cooperación Española. Este tipo de donaciones podrían incrementarse.
No es la primera vez que Quito tiene un reconocimiento internacional. En 1978 fue designada por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad. ¿En qué ayudó?
En esa época, esa designación era de una trascendencia enorme, que fue decisiva para que los ciudadanos tomaran conciencia de la importancia que tiene Quito y su Casco Colonial. Ser nombrada como una de las primeras ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad atrajo la atención del mundo y situó a la ciudad en el imaginario de la cultura y la ciencia. No obstante, considero que en ese tiempo Quito y sus habitantes no estaban preparados para una designación de esa magnitud. Se hizo una especie de ensayo para aprovecharla, pero se quedó solo en un título.
¿Y hoy?
Hoy estamos más preparados, pero tengo preocupaciones.
¿Cuáles?
Este año el Fonsal recibió menos recursos que el anterior y esto me preocupa, ya que es una de las entidades que se ha encargado de preservar las reliquias y valores artísticos de la ciudad. Esta institución necesita de autonomía para poder hablar con donantes extranjeros y poder publicar libros. También he visto otros síntomas que me dan a pensar de que en la ciudad se está perdido el impulso de la restauración.
¿Cuáles son esos síntomas?
La restauración no solamente es física, debe ser integral. Por ejemplo, la recordación del 2 de Agosto, que fue una de las peores masacres de América, aquí se la celebró como una vulgar fiesta con una falta de sentido histórico y de este modo se deforma la cultura. En las últimas fiestas de Quito del mismo modo, no hubo eventos dignos de una capital de la cultura. Lastimosamente, no se evidencian actos grandes en la línea de Quito, la ciudad patrimonial.
¿Cómo se podría explotar mejor esta designación?
Es hora de hacer un balance, que debe comenzar por la administración municipal que, dejando a un lado cualquier tipo de fanatismo político, debe ver los proyectos importantes que se hicieron en administraciones anteriores, retomarlos y avanzar. Esta designación puede ser un llamado de atención que nos sirva para colocar a la capital en el nivel cultural que debe tener una ciudad con este tipo de reconocimientos.
¿Cuál sería un proyecto importante para ese fin?
Existe una idea importante que debería retomarse. En la alcaldía de Paco Moncayo se desarrolló el proyecto de La cátedra de la ciudad, que consistía en que todos los alumnos de colegios y escuelas de Quito recibían clases de la historia, valores y civismo de la ciudad. Las decisiones de este tipo servirían para volver a educar a nuestros ciudadanos y formarlos para que respeten a la ciudad, conozcan sus problemas y planteen soluciones.
En cuanto a la actitud de los ciudadanos. ¿Cómo podría influir este reconocimiento?
No tengo una mala imagen del quiteño y de sus relaciones con la ciudad. Considero que cada vez el ciudadano estima más a la ciudad y a sus valores. Por ejemplo, el trato que tiene el turista en Quito es positivo. En todos lados, las personas se muestran amables hacia el visitante. A pesar de la deficiencias administrativas, el centro de Quito es limpio y ordenado. Sería una buena oportunidad para realizar campañas enfocadas a multiplicar las acciones positivas y los valores positivos del quiteño frente a los demás.
También hay que aprovechar el título de Capital Cultural para posesionar la imagen de la urbe en el mundo.
Es una buena oportunidad que hay que aprovecharla con inteligencia, para intensificar una campaña de turismo en la capital. Pero no solo el turismo del mochilero y de la gente que tiene dinero y viene del exterior. Es necesario también potencializar el turismo interno, ecuatoriano.
¿Con qué mecanismos se podría promover mejor el turismo en Quito?
Existe mucho material que por el momento se ha quedado en círculos intelectuales. Por ejemplo, la arqueología de la región o libros de arte. Creo que una buena idea es hacer ediciones populares para que pasen a otros niveles, primero nacionales y luego tratar de que este conocimiento sea difundido en otros países. Otro punto importante es cuidar la relación de Quito con otras ciudades.
¿A qué se refiere?
Nunca se ha hecho un plan sistemático de visitas a Quito por gente de otras provincias. Sería una buena idea que jóvenes del Guayas, Azuay y otras ciudades visiten también la capital para que aprecien el arte y no sea algo exclusivo de los habitantes de esta ciudad. Los ecuatorianos, y no solamente los quiteños, deberían apropiarse de sus riquezas.
En definitiva, de las designaciones que ha tenido la ciudad, ¿qué beneficios alcanzó en estos años?
Quito ha adquirido un estatus entre las grandes ciudades del mundo, como una ciudad de cultura y de arte. Esto facilita el turismo, las donaciones internacionales y le da voz a la ciudad en reuniones de preservación monumental.