Andrés Sacoto Arias Músico y compositorUno, dos, tres pasos’ respiro hondo, cruzo la calle y camino hacia el parque. El piso mojado, la tarde fría y el barrio’ ¡cómo me gusta el barrio! Casi una vida entera caminando estas calles. ¿Qué es una vida entera? ¿Cuánto es mucho y cuánto es poco? Solo en el intenso ejercicio de existir podremos intentar saberlo. El estudio, el ensayo, el balcón de la casa de mis viejos, comidita rica, mis papis, los ñaños, los panas, los otros músicos, el resto de la familia, la tripa mishqui, los amores y las épocas. Tanta gente y tantas canciones. Miro a la izquierda y ahí esta, siempre, el Pichincha. Últimamente anda un poco maltrecho, algo pelado, parece que el tiempo ha pasado para ambos’ o para todos.Eso no quiere decir que haya perdido su magia. Si hoy fuera un día de suerte voltearía y podría ver al más guapo de todos, el Cotopaxi. Y si tuviera mucha más suerte, aparecerían en el horizonte los demás compadres de cabeza blanca, los que asoman solo en días especiales, cuando es difícil creer en la perfección. Pero no, hoy no es uno de esos días y, sin embargo, tengo la postal de mañana de verano, que ni el peor aguacero ha podido borrar. Así es, lo imposible también lo he visto aquí. Uno, dos, tres pasos más’ ¿A dónde estoy yendo? ¿Porqué tanta reflexión? Ah’ cierto, volví a la tierra, estoy aquí. Me gusta tanto esta ciudad que siempre ansío volver. Irme es parte de mi vida, de mi trabajo y tanto me gusta, porque muero por regresar. No hay cosa más hermosa que volver. Volver es la demostración máxima de ejercer la propia voluntad, solo vuelves si realmente quieres.