Ahora es imposible distinguirla, pero hace 120 años en lo que actualmente es la plaza de La Marín, al inicio occidental de la calle Chile, había una quebrada. En 1892, Francisco Andrade Marín cambió la faz de ese sector, según las biografías de Rodolfo Pérez Pimentel.Andrade Marín, quien por entonces era presidente del Cabildo de Quito, gestionó el relleno de esa quebrada, llamada de la Plaza de Armas. Aportó con dinero y organizó colectas con los vecinos. La plazoleta que finalmente se levantó sobre el relleno debía llamarse Placeta Municipal, pero el agradecimiento popular empezó a llamarla Plaza de Marín y luego solo La Marín. Andrade Marín fue un hombre público muy conocido en Quito, a finales del siglo XIX. En realidad nació en Ibarra, en 1841 y entre los muchos avatares de su vida política está haber sido Presidente de la República durante cinco meses y medio. Entre marzo y agosto de 1912, se encargó de la Presidencia de la República, luego de la renuncia del presidente Carlos Freire y el asenso al poder de Leonidas Plaza. Francisco Andrade Marín fue el padre, además, del cronista Luciano Andrade Marín y del médico Carlos Andrade Marín.Otra de las obras que se recuerdan de Don Francisco fue un camino dedicado, exclusivamente, al paso de ganado que comenzaba en Chimbacalle, cruzaba el cerro de La Tola y terminaba en la actual Plaza del Teatro. Ahora, la plaza de La Marín es un sector congestionado por cientos de autos que transitan durante todo el día. Hay locales de comida rápida, ropa, electrodomésticos, venta de discos y juguetes. La inseguridad preocupa. “Los ladrones pasan en el día, pero sobre todo en la noche”, dice Juan Guanoluisa, comerciante informal que trabaja en la zona.