Soy un hombre libre, me siento así desde que nací y ahora más. Me gusta la libertad porque he visto de cerca las imposibilidades de alcanzarla.
Hay momentos difíciles en la vida y cuando superamos lo que parece más imposible, cuando llegamos a la cima de las montañas, encontramos libertad.
Quise ser un gran músico, pero empecé mi preparación académica demasiado tarde, a los 22 años. Pero lo logré y además encontré la felicidad cuando pude tocar, expresarme a través de la música y enseñar a interpretarla a jóvenes con discapacidad. Me especialicé en trompeta, pero toco piano auxiliar, flauta, bandola, mandolina, clarinete y saxofón.
En un día aprenden a tocar una milonga y tienen tanta ductilidad. Mis alumnos están liberados de prejuicios. Además de las circunstancias físicas o intelectuales con las que han nacido, se integran y encuentran la libertad plena al interpretar los instrumentos musicales en la Orquesta del Sistema Nacional de Música para Niños Especiales.