Intereses de Portugal sobre Quito

Quito y su Historia. Juan J. Paz y Miño / Cronista de la ciudad.

Cuando se produjo la invasión de Napoleón a España (1808) surgieron en la Hispanoamérica de la época no solo manifestaciones de fidelidad al rey Fernando Séptimo, destronado y prisionero del “tirano de Europa”, sino que se formaron las primeras Juntas, que marcarían el inicio de los procesos de independencia.

En 1809 estallaron revoluciones en Chuquisaca, La Paz y Quito. Precisamente el 10 de agosto, de aquel año, se constituyó la primera Junta de Gobierno criollo quiteña, presidida por Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, y que reivindicó la soberanía popular, la representación de los pueblos y la autonomía.

Pero la situación creada en Europa también destapó los intereses monárquicos en disputa. Sobre Hispanoamérica evidentemente se proyectaba el dominio de José Bonaparte, hermano de Napoleón y coronado por este como rey de España. Sin embargo, el “fidelismo” persistió tanto en la península como en las colonias americanas, reivindicando la figura de Fernando Séptimo.

Para escapar de la amenaza napoleónica, toda la Corte de Portugal se trasladó a Brasil. Desde aquí, la Infanta Carlota, hermana de Fernando Séptimo, comenzó su activa campaña para ser reconocida como legítima reina en toda Hispanoamérica.

Los emisarios de Carlota Joaquina o sus cartas, llegaron a diversas regiones. En el Alto Perú (actual Bolivia) fue esa pretensión una de las que motivó tanto el rechazo a la misma Carlota como las revoluciones de 1809 y la constitución de la Junta Tuitiva de La Paz.

El 22 de febrero del mismo año 1809, el Cabildo de Quito recibió“los manifiestos de Su Alteza, la señora doña Carlota Joaquina, Infanta de España y Princesa del Brasil, y del señor don Pedro Carlos de Borbón y Braganza, Infante de España, con los demás impresos que los acompañan”, según el Acta.

Es de suponer que las pretensiones de la Infanta se orientaron a lograr su reconocimiento. Pero Quito se había pronunciado por la fidelidad a Fernando. El 10 de marzo de 1809 el Cabildo acordó: “[El] Ayuntamiento, por sí, y la ciudad, a quien representa, se halla penetrado íntimamente de los más vivos sentimientos de fidelidad y lealtad hacia nuestro augusto soberano, el señor don Fernando Séptimo, y sus incontestables derechos a la monarquía, según sus leyes fundamentales, que en crédito de ellos, tiene jurada y proclamada la misma fidelidad con los demás actos que constan en las actas celebradas; porque sus deseos son dirigidos a que se aumenten pruebas sobre pruebas de los mismos con este objeto, y el de que conozca el mundo su igual sumisión a la suprema junta gubernativa central y a las providencias que dictare como depositaria de la real autoridad de Su Majestad”.

De manera que el 14 de marzo, el Cabildo resolvió“Que estando acordado en el expediente, formalizada la contestación que debe hacerse a los manifiestos de la señora Princesa de Portugal e Infante de España, de cuyo recibo se hizo expresión en la acta de veinte y dos de febrero, se esté a dicha resolución”. Es evidente que Quito había rechazado a Carlota Joaquina. Y con ello daba fin a las pretensiones portuguesas.

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