Si no hay libertad, definitivamente, no podríamos realizar ninguna acción en lo personal, familiar y profesional. Nos permite que cumplamos con las normas establecidas, tener iniciativas, creatividad, capacidad de decisión y buscar la racionalidad. Es, básicamente, aquel principio que nos permite desarrollarnos en cualquier medio.
En mi faceta política, cuando fui concejal de Quito, la libertad me permitió generar proyectos. Crear normativas que solucionen los problemas lacerantes que tiene la ciudad. Es así que pudimos crear los centros de desarrollo comunitario, mirar a la ciudad en perspectiva, con un desarrollo armónico. También tener la oportunidad de elegir y de poder compartir. La libertad es el eje de toda acción personal y mucho más de aquellas acciones políticas.
La libertad de pensamiento y de expresión determina y refleja que una sociedad es madura y que tiene educación y, sobre todo, tolerancia. Se trata de la expresión máxima de la democracia. Ambos conceptos son complementarios y van de la mano. Red. Mundo