Es la misma. Chicas con tacos y perfume, copas con bebidas coloridas, algunos bailes desaforados, otros tranquilos, y música que retumba en los parlantes. La farra, en esencia, es la misma. Lo que cambia es el escenario.
Desde su aparición, en 1960, los bares y discotecas se concentraron en La Mariscal, en el norte. Pero poco a poco, los establecimientos se han ido extendiendo y consolidando en otros sectores de la capital.
En los últimos años, los centros de diversión se han ubicado en lugares alternativos a la Amazonas. En la ciudad hay 4 000 centros de diversión registrados por Quito Turismo. Entre estos están bares, locales de venta de bebidas, alimentos etc. De ellos, 500 están en el Centro Histórico y 1 500 en La Mariscal. Los otros 2 000 están en el resto de la ciudad.
Actualmente, cuando el sol se oculta, el sonido de los tacos contra el pavimento, las risas, las minifaldas y los autos con la radio a todo volumen se toman sectores como la Eloy Alfaro, Portugal, De los Granados y González Suárez.
Son las 22:30 del jueves y en la av. De la República y Diego de Almagro el movimiento empieza a tomar fuerza. En una cuadra, tres discotecas -que suman una capacidad para cerca de 700 personas- son el centro de atención por la música electrónica, alternativa y comercial que ofrecen. A pesar de no ser fin de semana y de que al día siguiente hay que madrugar, en las afueras de uno de los locales, jóvenes de entre 19 y 25 años hacen fila para poder ingresar.
Mientras enciende un cigarro, Karina López cuenta que va a esta zona porque es segura y está cerca de su casa. Además, puede elegir entre ir a las discotecas Siete, Bipolar o Love. Más al norte, en la República y Mañosca, se pueden encontrar establecimientos frecuentados por personas más adultas. En el Retrobar, frente a la Plaza de las Américas, los clientes pasan de los 35 años. Hay más alternativas: el Garage, Caribe y Son y Always. Allí, la diversión empieza a las 23:00.
La farra tiene sus orígenes en la época de la Colonia. Alfonso Ortiz, historiador, cuenta que hace 500 años la diversión se centraba en las corridas de toros y en las cantinas, y dependía del estrato social. Los bailes se realizaban en espacios abiertos, con orquestas. Eran eventos destinados para un grupo de clase social alta. “El baile estaba reservado también para las fiestas religiosas”, explica.
Años después aparecieron sitios tradicionales para las fiestas, como la plaza de toros Belmonte, las plazas de Santo Domingo y de San Francisco.
“Cuando surgieron los discos y la música nacional empezó a cobrar fuerza, ya fue más común que se realizaran bailes en las casas”, comenta Ortiz.
A los primeros bares acudían a beber y oír música únicamente los hombres. En esos lugares, señala el historiador, no se veía a chicas de sociedad, solo a las trabajadoras sexuales.
Con la aparición de la radio, los bailes empezaron a proliferar y esa dinámica empezó a verse como un negocio.
Para Ortiz, hoy estos centros van hacia donde está la población consumidora. Hay este tipo de locales en el norte y en los valles. Es un fenómeno relacionado con el comercio.
Patricio Espinoza, conocedor de la ciudad, recuerda que en la década de los 60 había un salón donde se organizaban bailes, ubicado en la av. 10 de Agosto (sector de El Ejido). Se llamaba El Fiesta. “La Licorn fue la primera discoteca que hubo en Quito. Se abrió en el Hotel Colón. Luego hubo El Candil, en la calle Cordero y Amazonas. Las discotecas nacieron en La Mariscal”, agrega.
Pero actualmente, sectores como Cumbayá, Isabela la Católica, La Floresta y Guápulo acogen a centros de diversión nocturna. Un negocio que va en aumento.
De las 141 discotecas que, según el INEC, hay en Quito, 55 se constituyeron en el 2010. Según la entidad, es a partir del 2 000 que la apertura de este tipo de establecimientos cobra fuerza.
A Ópera, la discoteca de moda, ubicada en el Centro Comercial San Francisco (en Cumbayá), las muchachas llegan con vestidos elegantes y hacen fila para poder ingresar.
Entre ellas está Madelyn Zaldumbide, de 22 años. Vive en Quito y llega en compañía de sus amigas. “Este es el mejor lugar para farrear. No importa que el viaje de regreso sea largo”, dice, y se pierde entre las luces y el sonido.
No lo olvide
- Si va a salir en su vehículo, trate de dejarlo en algún parqueadero. No lo deje en la calle, mucho menos sobre veredas.
- Fíjese si el lugar al que asiste tiene medidas de seguridad como extintores, ventilación y salida de emergencia.
- Si sale a bailar en un bar, no lleve objetos de valor como joyas o relojes costosos. Tampoco lleve mucho efectivo.
- Si el establecimiento no brinda las seguridades necesarias, denúncielo en la Administración Zonal a la que corresponda.
- Según la Ordenanza Municipal, los establecimientos de diversión nocturna pueden operar solo hasta las 02:00.