Gonzalo Sevilla Naranjo, Ovidio Wappenstein y Diego Ponce diseñaron y edificaron los ‘rascacielos’ de la CFN, Cofiec, Consejo Provincial y Benalcázar 1000. Aquí sus testimonios.
Gonzalo Sevilla. Constructor del edificio Benalcázar 1000
‘Utilizamos materiales innovadores y pioneros’
En 1973, por concurso de precios, ganamos la licitación para construir el edificio más alto de esa época, el Benalcázar 1000. Tenía un precio de 700 sucres por m2 (1 USD equivalía a 25 sucres). Para levantar esta estructura trajimos la primera pluma (en la grúa actúa como brazo para transportar y elevar elementos).
En una ocasión, la pluma se dañó y el mecánico se subió para arreglar y en la mitad le dio vértigo y se quedó abrazado de la máquina sin poder moverse. Otro mecánico tuvo que subir para ayudarlo. También el tránsito y las personas que pasaban se detenían en la avenida porque el mecánico caminaba por la pluma a una altura que sorprendía a todos.
Fue uno de los primeros edificios que se hicieron para vender oficinas, por eso tiene dos subsuelos para los vehículos de los propietarios. Por muchos años fue el más alto de la capital.
Un año y medio duró la construcción del primer edificio llamado rascacielos de Quito, allí trabajaron cerca de 200 obreros. Para esta obra trajimos materiales que fueron innovadores. Por ejemplo, las estructuras de acero, los encofrados prefabricados, eso nos permitía hacer una losa cada 10 días y después cada ocho. Esa estructura puede aguantar muchos años más.
Los últimos pisos, cuando hay sismos, tienen la posibilidad de moverse hasta 15 centímetros.
Cada obra es como un hijo, se le ve nacer, crecer y después ya se va. Cuando terminamos me daba pena dejarla porque pasamos hasta dos años en las construcciones y se ve cómo van creciendo hasta el final. Los recuerdos y la nostalgia vuelven cada vez que paso por alguno de mis edificios, en especial el Benalcázar 1000, es un emblema de la ciudad.
Ovidio Wappenstein. Arquitecto del CFN y del Cofiec
‘Los edificios reflejan la bonanza financiera’
Los dos edificios están frente al parque El Ejido, por esa ubicación no había un limitante para la altura. Era la época de la bonanza financiera en la ciudad. El principal de Cofiec era José Antonio Correa, un hombre visionario y se le ocurrió la idea de un edificio en altura.
Yo le planteé construir esta plaza pequeña que se encuentra en la base del edificio y no sobre la línea de fábrica.
Él se interesó en incluir a la edificación una escultura que es de Estuardo Maldonado.
La construcción de la Corporación Financiera Nacional (CFN) tuvo otro concepto en el diseño, pero es una coincidencia que se encuentre en la misma avenida. Frente al parque, la posibilidad de construir en altura era automática porque no estamos rodeados de otras edificaciones. Esta obra ganó el concurso nacional en 1974. Fue el más alto del país durante 10 años, tiene 24 pisos.
Mis obras se caracterizan por el uso de materiales propios. Por ejemplo, el hormigón a la vista, que tuve la posibilidad de apreciar en Holanda, cuando estudié allí. Se utilizaron pantallas de hormigón en lugar de columnas. Sin embargo, se pensó que no se necesitaría mantenimiento, pero hay que hacer trabajos de limpieza. Hay que tomar en cuenta que la contaminación de los vehículos se adhiere a las pantallas que forman la estructura del edificio y la deteriora.
En muchos proyectos, yo me he presentado para concurso, para estas dos obras fue por contratación directa. La idea de estos edificios en altura responde a la situación económica que vivía el país. Los proyectos constructivos fueron muy ambiciosos. Se invirtió mucho en el tema inmobiliario de la ciudad, era un lujo que muchos se dieron.
Diego Ponce. Arquitecto del edificio del Consejo Provincial
‘Fue un reto grande para la época, por la altura’
Tenía 22 años cuando inicié el proyecto del edificio del Consejo Provincial. Álvaro Pérez estaba de prefecto de Pichincha y me encargó dar este servicio a mi provincia. Me llevaron a dirigir el Departamento Técnico de la Prefectura. Me dieron ocho meses para presentar, aprobar y realizar el anteproyecto y proyecto del edificio.
La idea del diseño fue dar flexibilidad a los que utilizan los espacios. Además, se propuso que el edificio se autofinanciara, es decir, solo los primeros cuatro pisos fueron utilizados para oficinas del Consejo, los 18 restantes fueron arrendados, así se pudo pagar la obra.
No nos equivocamos en la altura y los espacios. Ahora, cada oficina está ocupada por el Consejo, hasta les falta espacio.
Fue un reto muy grande para la época por la altura, además por el diseño que es muy moderno y se encuentra aledaño al Centro Histórico. Marcó la diferencia entre la arquitectura nueva y la antigua.
Hasta hoy, considero, personalmente, que es un diseño sobrio arquitectónicamente. Por eso, hemos propuesto al Consejo que dé una nueva imagen al edificio. Los materiales de los que está hecho facilitan este trabajo. Nosotros utilizamos materiales innovadores como vidrios, grifería de aluminio y la fachada tiene una base de cuarzo. Podría ser un ejemplo muy lindo para la ciudad, porque tiene una estructura muy grande.
Además, fue una inversión fuerte para la época (no recuarda cuánto), porque son
25 000 m2 de construcción, y está ubicado en un sector que tiene una alta demanda y uso público y privado.
Actualmente, al edificio se le puede dar una estampa de nuevo, cambiando detalles de la fachada. Han pasado 40 años y pese a que no ha recibido mantenimiento, se conserva bien.