La Alameda es un nombre inspirado en España. Allá, por el siglo XVI, el entonces corregidor Francisco Sotomayor se propuso recuperar los ejidos, tambos y montes de la ciudad. Dispuso hacer en el prado y llano de Iñaquito una alameda y pidió que para la ejecución de la obra se asigne un presupuesto de las rentas de la ciudad. En España, las alamedas son sitios poblados de álamos, que sirven para la recreación de los vecinos. El Corregidor mandó a traer esos árboles del país europeo para plantarlos en Quito. Pero por las características del suelo no crecieron y al poco tiempo cambió de decisión: hizo plantar sauces, nogales y toctes. Entonces, si el nombre del lugar iba a hacer mención a la especie de árbol predominante, en vez de Alameda, debía llamarse ‘Sauceda’, ‘Nogadela’ o ‘Tocteda’. Pero el corregidor prefirió no cambiarle, aunque no haya álamos. Por su forma triangular, los indígenas le llamaban chuquihuada, que significa punta de lanza.En este tradicional lugar de Quito, identificado por su churo de piedra, se han aplicado remodelaciones y restauraciones. La última fue realizada por el Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural (Fonsal), que consistió en mejorar la iluminación, el piso de las camineras, los jardines y el edificio del Observatorio Astronómico. Actualmente, es un lugar para el entretenimiento y el descanso. Las piletas y el paseo en lancha por un pequeño lago son la principal oferta para los visitantes. El parque está ubicado en el centro de la ciudad, en una zona conocida por los consultorios jurídicos. Por allí, el movimiento de personas es intenso, al igual que en la Época de la Colonia, cuando era el centro de concentración de los indios y mestizos que buscan transporte para viajar al norte.