Ayer se celebró el Día Internacional del Payaso. En Quito hubo un festival. El Festiclown 2010 reunió a 150 artistas entre payasos, teatreros y mimos, quienes interpretaron divertidas obras para grandes y chicos.
Mary Santracruz, de 6 años, llegó junto con su madre Natasha Saavedra, a las 10:00, para ver una de las obras de los payasos.
En el teatro del Mundo Juvenil se presentó a esa hora la obra ‘Circo de los haraganes”.
Las gradas son alfombradas y ellas se recostaron para ver el show que fue interpretado por el grupo El Cronopio.
Esta obra transcurre en un circo, mientras un payaso viejo trabaja, Churrine y Berrinche buscan laborar en la calle. Durante la función, Santacruz reía sin parar junto con su madre.
Fernando Acosta, organizador del programa, dijo que el propósito fue reunir al gremio de payasos en un lugar para brindar al público de todas las edades un momento de diversión. En el festival participaron nueve grupos de cómicos y se ofrecieron nueve funciones.
Alonso Jaime (Tontolín) y Octavio Jaime (Tontolito) son hermano de sangre y de oficio. Ellos son payasos desde hace 30 años, lo hacen porque les gusta estar en contacto con la gente y les agrada ver cómo sonríen. “La risa es vida”, dijo Tontolín.
Visten coloridos trajes y tiene sus caras pintadas, usan bolas rojas en la nariz, pelucas y sombreros. “Muchas veces nuestro oficio no es entendido”, expresó Alonso. Entre las anécdotas que recordaron, está aquella cuando fueron contratados por Nahím Isaías para dar un espectáculo en Cumbayá, por 110 sucres, hace 30 años.
Dicen que durante cuatro horas, Isaías no sonrío; al terminar, Tontolín agachó la cabeza y le dijo a su hermano que no cobrarían. En ese momento, Isaías los llevó al despacho y se empezó a reír, recordando las bromas que ellos hicieron. Recibieron un cheque de 500 sucres.
Sin embargo, no todo es alegría. En su mente todavía está el recuerdo del 1 de mayo de 1990, cuando presentaron un show por el Día del Trabajo ante 5 000 personas, en el parque El Ejido. Dicen que cinco minutos antes de salir les informaron que su abuelo murió. Tuvieron que llenarse de coraje y trabajar.
“El espectáculo tenía que continuar, fue uno de los mejores que dimos”, recordó Alonso.
Cuando terminaron se vistieron de negro y fueron a enterrar a su abuelo, en Los Parques del Recuerdo. A pesar de esta experiencia aman su oficio. “Seremos payasos hasta que Dios nos lo permita”, comentaron.
Pedro Terán es un padre de familia que visitó el sitio con su hija Melanie. Él reconoce que es un trabajo duro y por eso ríe con sus bromas y los aplaude.
Hoy, a las 14:00, se realizará una comparsa con payasos, mimos y zanqueros, en la Cruz del Papa, a las 14:30. Allí se armará una carpa de circo.